EN BLANCO
Un mal día para el PSOE
YA NO están tan lejanos los primeros cien días de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y el balance provisional no puede dejar indiferente a nadie, aunque yo siga siendo partidario de respetar al máximo la tregua. El caso es que el nuevo Ejecutivo se ha dado mucha prisa en anunciar varias cosas a la vez, aunque solamente un proyecto de Ley, el de violencia de género, haya salido del Consejo de Ministros. Y ha encontrado la reticencia de los magistrados conservadores, que, vaya por Dios, lo han calificado de «sexista». Al mismo tiempo, Solbes colocaba muchos gritos en el cielo al sugerir que «algunos» serán especialmente vigilados en sus declaraciones a Hacienda (pues ya era hora, la verdad). Todo en un solo día, el día en el que estalló la pelea por el nombraminto del sustituto de Jiménez de Parga al frente del Tribunal Constitucional. El día en el Mariano Rajoy se cebó en las posiciones europeas de Rodríguez Zapatero. Y más. La directora de RTVE, con unas declaraciones desafortunadas, añadía algo de leña a ese fuego, suscitado desde un PP que, teniendo quizá ahora razón coyuntural, sin embargo, cuando mandaba, nunca dejó de intentar controlar los medios públicos. Hay focos de incendio en Exteriores, en Defensa, en Interior, en Trabajo, en Cultura, en Agricultura, en Fomento, en Industria, en Justicia, en Medio Ambiente (con el Plan Hidrológico), en Educación (con la Loce). En el sector energético, en el bancario, en el de las comunicaciones, en el tabacalero, están expectantes y nerviosos. En el de los medios de comunicación, para qué hablar. Quien ha visto ya muchas trayectorias políticas ascender, completarse y difuminarse, intuye que lo que está ocurriendo es un fenómeno de crecimiento, de impaciencia por hacer cosas, de prisa por corregir situaciones anómalas, injustas o irregulares. Un estallido de buenas intenciones. Pero, eso sí, mal presentadas y peor dosificadas. Algunas, precipitadamente acometidas. Con todo, el balance es esperanzador, no por lo hecho, sino por lo que queda por hacer y por los evidentes deseos de acometerlo.