EN EL FILO
¿Discriminación positiva?
LA DISCRIMINACIÓN positiva viene a ser algo así como la tensa calma o la cuadratura del círculo, un imposible, pero se ve que este Gobierno está convencido de que esa palabra, imposible, no figura en su diccionario. Pero sí figura; en el suyo y en todos los diccionario: si una Ley contra la violencia doméstica sólo ampara a la víctima en el caso de que pertenezca al sexo femenino, o la ampara más si pertenece a él, se trata, en efecto, de una ley discriminatoria y, en consecuencia, absurda e innecesariamente negativa. Porque lo que ha de perseguir y penar esa Ley, o cualquier otra, es la violencia, la humillación, el maltrato y, que se sepa, esas cosas carecen de sexo en sí mismas, por mucho que una contundente mayoría de sus víctimas sean hoy mujeres. ¿Por qué despojar a la víctima masculina (en torno a un 10 por ciento lo son) de los derechos de protección y amparo que pretende otorgar la nueva Ley? La discriminación nunca es positiva y sí, en cambio, la equidad. ¿Es discriminación positiva el hecho de que la mitad de los ministros sean mujeres? No, señor; pues si el número de éstas es similar al de los varones, lo más natural del mundo es que se repartan igualitariamente los cargos de representación y responsabilidad social. Sin embargo, la protección de la Ley a la víctima de malos tratos, no tanto por su condición de víctima como para su condición de mujer, parece y desde luego al Consejo General del Poder Judicial se lo parece, un dislate. ¿No estarían plenamente amparadas las víctimas femeninas por una ley que amparara en los mismos términos a las masculinas también? ¿A santo de qué un insulto, una agresión física o una amenaza merecen distinta punición según sea un hombre o una mujer quien las perpetre? La discriminación positiva es, sobre cualquier otra cosa, discriminación, y no creo que con eso se avance gran cosa en el común y soñado camino de la igualdad en la vida y ante la Ley.