Diario de León
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CARLOS CARNICERO
León

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AMANECER dinamitado en la cola de reclutamiento. Más de un centenar de heridos y cuarenta muertos. Jóvenes iraquíes dispuestos a alistarse en el ejercito de un país que busca su identidad a partir de una ocupación. Todo un síntoma del calvario que nos espera desde hoy hasta el día treinta, cuando se produzca el simbólico traspaso de poderes amparado por la resolución de la ONU que intenta devolver la legitimidad a una guerra que empezaron tres irresponsables en las islas Azores. El consenso internacional alcanzado en el Consejo de Seguridad es un bálsamo liviano para una enfermedad que se nos ofrece, hoy, como incurable. Como los tiempos en los Estados Unidos son lentos pero implacables, ayer supimos oficialmente que Sadam Husein no tenía nada que ver con el atentado de Nueva York. Lo sabíamos nosotros, lo sabía la CIA y lo sabía el presidente. Ahora sólo se ha certificado, pero es un poco tarde para rebobinar un carrete que nunca se tenía que haber desmadejado. Ahora hace falta tiempo, paciencia y, sobre todo, no caer en la provocación cotidiana en un país convertido en banco de pruebas del terrorismo fundamentalista. El Instituto Estratégico de Londres piensa que en el mundo existen por lo menos dieciocho mil terroristas alistados esperando su oportunidad para inmolarse contra los infieles. En Arabia Saudí, una encuesta del Gobierno revela que más del cuarenta y cinco por ciento de la población se identifica con el pensamiento de Bin Laden. Con estos parámetros, la guerra de Irak, una vez que la locura que la inició es irreversible, es sólo un episodio más en una larga marcha contra el fundamentalismo más peligroso de la historia del mundo. De los aciertos de hoy se derivaran las posibilidades de conducir este pulso dentro de unos extremos razonables que nos permitan vivir sin tener que mirar, cada día de reojo, a todos y cada uno de los vecinos que nos crucemos por la calle para tratar de intuir si su sonrisa es algo más que una despedida de la vida cuando quieran ir con nosotros camino de su paraíso. De aquí al treinta de junio tenemos que apretar los dientes y aguantar el tirón del terrorismo en Irak. Luego, sobre todo, hay que ser muy inteligentes.

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