Diario de León

SIETE DÍAS

Frivolidad y urogallos

Publicado por
FERNANDO ALLER
León

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NO ES TANTO una cuestión de incontinencia verbal como de frivolidad. Tener una idea original cada día es asunto difícil. Hay personas que incluso ni siquiera tienen una idea en toda su vida. Este debe ser el drama de los políticos y eso explica que muchos se vean en la necesidad de reinventarse a sí mismos de forma permanente. Dos asuntos han llamado poderosamente la atención en los últimos días: la apuesta por la supresión de los peajes de la autopista León-Astorga y León-Asturias y la valoración mutante de los resultados electorales en la provincia, que a más de uno dejó con la sonrisa congelada. Sabido es que hasta la construcción de la ruta Camino de Santiago, la provincia de León carecía de autovías. El PSOE no construyó en trece años ni un solo metro de doble calzada en la provincia de León, ni gratuita ni de pago. Es más, los socialistas tuvieron la ocurrencia de prometer dos autopistas de peaje, sí, de pago, como prolongación de la de Asturias, los tramos de conexión con Astorga y con Benavente. A más desfachatez, presentaron estas dos autopistas como una compensación del desequilibrio existente a favor de otras comunidades, implícito en el Plan de Financiación Autonómica del año 1994. La Junta, en el mismo pacto con el Estado, se comprometía a asumir la mayor parte de la financiación de la autovía León-Burgos. Complicaciones en la tramitación administrativa impidieron la adjudicación de las obras del tramo a Benavente. El retraso permitió que el PP modificara la calificación y que finalmente allí donde se había previsto una autopista de peaje se construyera una autovía de circulación gratuita. No ocurrió lo mismo con el tramo astorgano. Ambos fueron construidos gobernando ya el PP y hay que reconocerle a Álvarez Cascos el mayor mérito en la agilización y conclusión de las obras, por más que ahora algunos pretendan oscurecer su gestión con el fácil recurso de afearle su propensión a celebrar con carpa y corte de cinta la colocación de tantas primeras piedras como kilómetros. Pero este exceso no resta un ápice en el reconocimiento a una gestión ejemplar, tanto que bastaría con que el gobierno socialista continuara el mismo ritmo durante los próximos cuatro años para darnos por contentos. Resumiendo, el Gobierno del PP eliminó el previsto peaje de la autopista a Benavente y mantuvo el pago en el tramo astorgano. Esto fue ayer mismo. Es decir, que ni han cambiado las personas ni las condiciones económicas de la provincia y de España. Nada explica que ahora el PP haya cambiado de postura y pida la eliminación no sólo del peaje de la última autopista construida, sino también del tramo León-Campomanes, inaugurado hace más de veinte años. Y esta posición la han hecho pública sin sonrojarse en el Pleno de las Cortes de Castilla y León, en apoyo a una moción presentada por la UPL, que en esto al menos ha sido coherente desde el principio de los tiempos. Tampoco tiene desperdicio el argumento. Han dicho los populares que apoyan la propuesta de la UPL porque ahora ya no gobiernan y que, consecuentemente, desean poner en un evidencia a José Luis Rodríguez Zapatero, ante la sospecha de haber hecho una promesa, la supresión de los peajes, que no podrá cumplir. Al menos han dejado claro que no están por la labor de suprimir el peaje, que no lo harían si mañana mismo gobernaran y que, en consecuencia, recitificarían su voto sin problemas llegado el caso. Los socialistas, ya es sabido, mantienen posiciones contradictorias sobre el asunto: la ministra del ramo dice que resulta imposible el rescate de las autopistas en España, Zapatero ha corregido a su titular de Fomento y los socialistas de por aquí nadan entre dos aguas (rebajas graduales, plazos, esas cosas... ) no se sabe si preparando el terreno para una rebaja de las pretensiones o porque no intuyen de qué lado caerá la pelota. La otra corrección ha venido propiciada por el vuelco en el resultado electoral. El escrutinio del pasado domingo otorgaba la victoria de las elecciones europeas al PP en León por una diferencia de 79 votos sobre el PSOE. Al día siguiente, el presidente provincial de los populares se congratulaba públicamente del éxito obtenido e interpretaba que las cifras eran la demostración más clara de que el efecto Zapatero se había disuelto como un azucarillo. Olvidaba este intérprete de la voluntad popular que el PP había perdido porcentaje de votos respecto a las elecciones europeas de hace cinco años (menos de un punto) y que el PSOE había aumentado un 16%. El bochorno vendría dos días después, cuando se supo que el voto por correo daba un vuelco al resultado y colocaba al PSOE como ganador con una diferencia superior a los dos mil votos sobre el PP. El asunto es baladí, porque la diferencia es mínima, no permite aventurar resultados en confrontaciones con un índice de participación más elevado y tampoco es extrapolable a comicios en los que entre en liza la UPL, en esta ocasión ausente. Unicamente pone de manifiesto la obsesión de los políticos por colocarse en la frente el cartel de victoria, aunque sea por 24 horas, con lo que duele luego despegarlo y con el estigma rojo (de vergüenza) que el tirón deja. No se quedan atrás otras organizaciones en esto de hablar por hablar. Representantes de colectivos ecologistas han unido su presencia para expresar su oposición a la nonnata estación de esquí de San Glorio. Todavía no hay proyecto, pero «vaticinan» que no será bueno, porque provocará especulación urbanística en un espacio protegido, en el que sufrirán mucho especies como el águila real, el urogallo y el oso pardo. Uno confiesa su ignorancia en esta materia y reconoce que su desconocimiento llega hasta el extremo de no saber a qué se dedican los portavoces de las organizaciones ecologistas unidas en la cruzada contra el desarrollo económico de una zona de León. Estaría bien saber, por aquello de clarificar el debate, de qué viven, dónde y qué planes alternativos tienen para que León además de ser un maravilloso parque natural, pueda ser una provincia con habitantes humanos con la calidad de vida deseable. En el mismo periódico del pasado viernes, donde se daba cuenta de esta información, se recogían los últimos datos demográficos del Instituto Nacional de Estadística. Más de 18.000 personas, la mayoría jóvenes, abandonaron León el pasado año, mueren más personas de las que nacen en la provincia y, en definitiva, el saldo neto demográfico es negativo. León pierde población y tal vez algunos de los trabajadores que emigran lo hagan a alguna de las estaciones de esquí repartidas por España. Será porque allí no había urogallos, claro.

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