EL BALCÓN DEL PUEBLO
Tiempo de fiestas
DIGÁMOSLO utilizando la fórmula tradicional: «De orden del señor corregidor, que León arda en fiestas». Ayer se estrenó el programa. Samuel Rubio leyó el pregón desde la balconada municipal de San Marcelo invitando a la fiesta, aunque muchos leoneses no estén para fiestas. El cielo parecía irritado y amenazaba con descargar su particular trompetería de luz y sonido. Es tiempo de fiestas, pero también de tormentas. Climatológicas y políticas. El comité ejecutivo de la UPL se reunió en sesión extraordinaria con la firme intención de amargarle la fiesta a su concejala Covadonga Soto, disidente de la oficialidad, que había calificado a su compañero de partido y de corporación, Javier Chamorro, de «cobarde». La quieren sentar ante el comité de conflictos, que es, en todos los partidos, una especie de tribunal inquisitorial de la modernidad. El río de la UPL es hoy un escenario idóneo para celebrar una competición de «aguas bravas». El Bernesga es otra cosa. Ha llenado sus márgenes de carpas y de jaimas y hasta flota sobre sus aguas turbias, mansas y escasas, un barco vikingo que se transformará en fuego la noche de San Juan. Hemos importado la cultura del Mediterráeo. Será entre los puentes de San Marcos y de Guzmán. Dos puentes más arriba, a mano izquierda, lógicamente, en la casa de cultura de Pinilla, los socialistas también celebraban ayer dos cónclaves para elegir delegados congresuales. Julio es el mes congresual del PSOE. Su estructura orgánica es piramidal: primero el Federal -días 2, 3 y 4-, después el Regional -9 y 10- y por último el provincial -17 y 18-. De las sesiones de ayer salieron los catorce delegados que acudirán a Madrid y los 71 que irán a Palencia. No se ven en el horizonte socialista las nubes de la tormenta. Rodríguez Zapatero será aclamado en el Federal, Ángel Villalba en el regional, y Miguel Martínez en el provincial. El poder otorga esperanzas y amansa estrategias de ambición desmedidas. Se miden con precisión las consecuencias antes de dar el paso. Pero, ya digo: estamos en fiestas. Se han encendido miles de bombillas y una de las plazas más céntricas, las Cortes, no ha cambiado la decoración. Si en tiempos de Cantalapiedra no superaba a la de su pueblo, Turcia, o a la de algún puticlub de carretera, ahora es como la de un concesionario de coches de segunda mano. Es la plaza más céntrica de León. Y también la más fea, pese a ser la de más simbolismo democrático. Una vejación municipal. Estamos en fiestas y durante nueve días el programa diseña deportes, verbenas, festivales de jazz, flamenco y rock. Fuegos artificiales, desfiles, conciertos, teatro, toros y ese sonido inequívoco de las Harley Davidson que ayer lo llenó todo en las calles leonesas. Hoy, sin embargo, dos actos fuera de programa mantendrán la atención: el encuentro de la Cultural -18 horas, nuevo Antonio Amilivia- frente al Pájara Playas. Puede ser el último suspiro de León antes de despertarse del sueño del ascenso a la división de plata. Si gana el Lleida, se habrá consumado otro proyecto de fracaso. Y casi con la lengua fuera, estaremos ante el televisor: España se la juega ante Potugal en Lisboa. Sólo el triunfo o el empate evitará que nuestra Selección vuelva a casa «taciturna y cabizbajo, con el alma bajo el brazo», que dice el poema de Lorca. Ojalá nos guiñe la suerte.