No se debe perder los papeles

LO ÚLTIMO en la crisis de la UPL -mejor lo penúltimo-es la desaparición de los libros de cuentas y de afiliados de la sede. Casualmente los tiene en su casa, según ha declarado él mismo, el expresidente y fundador del partido, José María Rodríguez de Francisco, de mote juvenil Pelines, que no tiene un pelo de tonto. Ahora sus rivales, que lo defenestraron hará un par de semanas, van por la vida indocumentados. Todo lo que les queda son las facturas del banco y las del casero, como los inmigrantes que llegan a León también sin papeles. Aquí un indocumentado tiene poco que hacer y, si no, que se lo pregunten a los moros y morenos, menos a los de Villabaltere, que, como dice la copla de su pueblo, tienen la cara blanca como los de la ciudade y no lo pueden negare. Para los demás, ya se sabe, lo moreno es elegante, porque de lo moreno nos toca a casi todos bastante. Pero de ahí a ir sin el documento por la vida, como el gitano, hay un dislate. Le da a uno en la nariz que la querencia que tiene por los dichosos papeles Rodríguez de Francisco puede complicar la tenencia de las siglas de la UPL a Otero, Herrero y otros líderes leonesistas y, sobre todo, la del pacto del Ayuntamiento de León, que es la madre de todas las llaves, incluída la de la caja fuerte. De cuando estas cosas se hacían sin papeles uno recuerda que el exalcalde Morano siempre iba de tándem con Pelines en la bicicleta y pedaleaban ambos a piñón fijo sumando siepre mayorías absolutas en el Ayuntamiento, aunque el que conducía el leonesismo era el primero. Luego, cuando Morano frenó -o lo apearon de la bici Lucas y Amilivia, la cosa está clara en cualquier caso- De Francisco retomó el pedaleo y con qué ímpetu. Si ahora Pelines ha demarrado cuesta arriba hacia el PSOE con las cuentas de la UPL, es dudoso que el negocio les cuadre a él y a los otros. Senén, que nos alquilaba a todos las bicicletas, es el único que, a lo mejor, lo entiende.