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Publicado por
León

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COMO ERA previsible, la suspensión del trasvase del Ebro y su sustitución por un conjunto de medidas alternativas, básicamente la construcción de desaladoras en Levante, han sido acogidas como un triunfo por ciertas comunidades autónomas y como una agraviante derrota por otras. Acaba de sembrarse el germen de una peligrosa y muy disolvente confrontación que, si no se detiene a tiempo, podría tener consecuencias muy dolorosas para este país. Casi nunca es pertinente recurrir a las grandes palabras, tan desgastadas por su uso tantas veces inútil, pero en esta ocasión sí convendría apelar al patriotismo de las dos grandes formaciones políticas. Lanzar a los ciudadanos a una rivalidad sin tasa sería un flaco servicio a la ya no muy sólida cohesión territorial del Estado.