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RICARDO MAGAZ PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN DE POLICÍA. ESCRITOR
León

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HACE mucho, muchísimo tiempo, que nada bueno espero del género humano. Lo contrario es, creo yo, ganancia para la especie. Después de veinticinco años navegando por las aguas encrespadas de la disciplina criminológica, de la policial y de la literatura negra he avistado la orilla menos recomendable del hombre: su crueldad intrínseca. Todos llevamos dentro un lobo sapiens; sólo tiene que soplar el viento favorable para que desembarque a degüello con el parche pirata y el garfio afilado. La ambición, el ansia de poder y la propensión al sometimiento ajeno suelen ser el introito de la maldad a granel que trajina a toda vela por nuestras venas desde el mismo momento de la gestación. El conflicto de Irak es, como todos los escenarios bélicos, la atmósfera perfecta para que descollen desbordadas las bajas pasiones. El negocio de la guerra se impone. Actualmente se encuentran en el país asiático alrededor de 20.000 mercenarios disfrazados de escoltas a sueldo ( security guards ) de poderosas corporaciones estadounidenses y británicas de seguridad privada. A pesar de que la Convención de Ginebra prohíbe expresamente el empleo de soldados de fortuna que luchan sin bandera y por dinero, estas compañías zigzaguean la legalidad enmascarando los contratos de mantenimiento con la venia de las administraciones públicas. Ahora mismo hay en Irak dos mercenarios por cada ocho soldados reales bajo pabellón. Buscavidas y ex militares inadaptados alimentan las filas bucaneras a cambio de una jugosa soldada que puede llegar a los 1.000 dólares al día. ¿La misión? ¡Todo¡ Simplemente todo. Sin parapeto alguno. Un mercenario no está sujeto a la disciplina castrense ni a sus leyes. No hay normas establecidas. Un segurity guards armado hasta las cejas en un territorio del Tercer Mundo en lucha puede cometer cualquier atrocidad sin freno reglamentario ni, por tanto, rendir cuentas a ninguna potestad establecida, en caso de que la haya. El Salvaje Oeste en remozada edición web. Los españoles no somos extraños a esa casquería sin sentido. Con el regreso de las tropas otro destacamento especial y sin uniformes se ha trasladado a la antigua Mesopotamia. La embajada en Bagdad, protegida por Geos de la Policía, ha informado que están operando en Irak cerca de un centenar de compatriotas civiles asalariados , con el armamento engrasado y el chaleco antibala sobre los hombros. Ninguno se ha inscrito en el registro de la legación ni está bajo su control. Sólo unos pocos realizan servicios perceptibles de protección a personas y edificios; el resto ejecutan operaciones subrepticias e inconfesables por las que en España se hallarían procesados. Se sabe que antes de final de junio habrá otras 300 incorporaciones de rambos nacionales al país asiático. El reclutamiento se lleva a cabo por empresas del sector mediante páginas en Internet abrigadas por la coalición. Escoltas privados con experiencia en el País Vasco, jóvenes vigilantes jurados sin expectativa, militares licenciados prematuramente y algún ex miembro rara avis de los CC.FF.SS, alejados del código deontológico del agente de la autoridad, son el semillero de la plantilla secuaz española. El aborrecimiento de los principios éticos y morales se les presupone sin excepción. ¿Es aceptable que después de retirar las tropas de una guerra ignominiosa el gobierno no ponga freno a semejantes prácticas? Desde el ejecutivo deben obstaculizar este enrolamiento canallesco. Los servicios secretos y la diplomacia tienen resortes suficientes para ello. Las organizaciones de Derechos Humanos ya han hecho sonar los timbres de alarma sobre el peligro que representan los «ejércitos particulares» de paramilitares que no responden a la cadena de mando. Gana más el que mejor mata y menos pregunta. En toda regla hay salvedades. Es posible que de los guerreros lucrativoempresariales alistados desde Madrid previa transferencia bancaria opaca, alguno ofrende el gatillo de su semiautomática a la abstracta seguridad de instalaciones y oleoductos; la mayoría, sin embargo, son sencillamente matarifes sin escrúpulos. A su regreso a España hay que aplicarles todo el peso de la ley como a los pedófilos que marchan de turismo sexual al extranjero y abusan de menores. La violencia y la ambición no necesitan razones, les basta con un pretexto. Irak es el asidero perfecto. Nada más importa ante una mina de oro. El derecho público tampoco. Ciertamente no existen los tiempos malos; es malo el hombre. Por naturaleza.

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