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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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RAJOY HA COLOCADO todas sus piezas disponibles en el tablero político del PP, desde Aznar a Zaplana, desde Arenas a García Escudero, desde Mayor Oreja a Ruiz-Gallardón. Ha sorprendido, sin embargo, que Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid, sea el encargado de leer el discurso inaugural del congreso, convocado para los tres primeros días de octubre. A la junta directiva nacional del PP, reunida en Madrid, acudió Fraga desde su Galicia natal para pedir que a Rajoy, como antes sucediera con Aznar, le sea entregado todo el poder del partido. Ruiz-Gallardón tal vez sea la única figura popular de alto relieve que no se mueve con lastres políticos, especialmente si se le compara con Zaplana y Acebes, e incluso con Aznar y Mayor Oreja. Este último había perdido unas elecciones autonómicas en el País Vasco, y a Aznar, a Zaplana y a Acebes se les atribuye cierta responsabilidad por la derrota del PP. Se suponía ayer que Rajoy quiere imprimir su tono personal al partido, racionalizar más sinceramente el análisis político e imprimir a la oposición la necesaria dureza, aunque atemperada por una lógica argumental más exquisita. El honor de inaugurar un congreso con un informe de denso contenido político haría prever que a Ruiz-Gallardón le llama Rajoy para ascenderlo en el organigrama del partido. Pero el actual líder popular dijo ayer que «no hay nada sobre el asunto». Y no parece haberlo, pues en el tablero del ajedrez popular figura, junto a la pieza de Ruiz-Gallardón, la de Esperanza Aguirre, que presidirá el congreso, y la de Aznar, que intervendrá en él, con alguna posibilidad de cerrarlo. Acebes realizará el balance de gestión, y Arenas se encargará de la comunicación congresual. El reparto de papeles no dejará a nadie fuera de las candilejas. Intriga, cuando faltan más de tres meses para ese congreso, la actitud ideológica que adopte Ruiz-Gallardón en su discurso. El informe inaugural marcaría en cierto modo la orientación del desarrollo del congreso, aunque se ignora obviamente si el alcalde de Madrid hará una exhibición de su independencia política, sin llegar a una autocrítica penitencial o, por el contrario, abrirá el cauce del cónclave a una exaltación escasamente debatida de Rajoy como el nuevo líder, a ser posible omnímodo.