Diario de León

DESDE LA CORTE

Muchas dudas para una comisión

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FERNANDO ONEGA
León

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CADA DÍA que pasa me gusta menos la Comisión de Investigación del 11-M. Salvo que hoy veamos otra cosa en la votación de comparecientes, desprende olor a compadreo entre los grandes. Por mucho que Rubalcaba y Zaplana nieguen que hayan pactado no llamar a Aznar, tan notable ausencia sólo será entendida como fruto de un acuerdo. La única tesis que puede desmentirlo es que los socialistas no le quieren dar al ex presidente ni siquiera la oportunidad de defenderse de las acusaciones de engaño a la opinión pública en aquellos dramáticos días. Y, en todo caso, un trabajo de investigación que no cuente con el testimonio del presidente del Gobierno, parecerá un trabajo descafeinado. Aznar no fue un sujeto pasivo, sino que asumió un papel tan activo que incluso llamó personalmente a medios de comunicación. Pero eso, con ser intrigante, no es lo que provoca la mayor inquietud. Lo peor es que, por lo sabido de las intenciones de esta comisión, no aclara cómo compaginará sus investigaciones con las efectuadas por el juez Del Olmo. Estamos viendo que se pedirán muchos papeles, incluso clasificados; que se llamará a personas con responsabilidades en la custodia de la dinamita; o que tendrán que hablar los máximos responsables de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Y nos queda la duda de si asistiremos a una especie de juicio paralelo, donde una sentencia política se puede contradecir con los enigmas que sólo la Justicia puede resolver. Eso, por lo que se refiere al «antes» de la masacre. Si miramos al después, el PP pretende demostrar, supongo, que no mintió al atribuir a ETA los atentados y que funcionó con la información de que disponía. Es legítimo que lo haga. Es incluso necesario, no sólo por su imagen, sino por restablecer la verdad histórica. Pero, sin prejuzgar ningún tipo de intenciones, es llamativo que se vayan a pedir los mensajes enviados y recibidos en los teléfonos móviles de dirigentes políticos. ¿Sospecha el PP que esos dirigentes han actuado como agitadores en la jornada de reflexión? Está bien que se aclare. Pero sepan que están entrando en un terreno pantanoso. Tan pantanoso como éste: la frontera entre esa agitación política y la deslegitimación de las elecciones es casi invisible. Lo peor que le podría ocurrir es dejar la duda de que estas elecciones han sido ganadas de forma ilícita, en una especie de engaño colectivo. Y parece que se está jugando a eso, como si todavía no se hubieran aceptado los resultados de las urnas. Yo sólo digo: tengan cuidado.

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