Diario de León
Publicado por
ESTHER ESTEBAN
León

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DICEN los expertos que los reproches, la reprimenda que el Papa le echó al presidente del Gobierno español en su primer encuentro en el Vaticano, es inusual dentro de los usos diplomáticos. Afirman que lo normal hubiera sido que su Santidad utilizara esos canales, los diplomáticos, para hacerle llegar su profundo desacuerdo con las medidas anunciadas por Zapatero, como permitir el matrimonio entre homosexuales, ampliar la ley del aborto o simplificar los trámites para el divorcio. Tal vez esos sean los usos y costumbres que aconsejan los siempre los complicados vericuetos de la diplomacia, pero a mí no me parece mal que las posturas se defiendan cara a cara. Es lógico que el Papa demuestre a Zapatero su preocupación por temas que para la Iglesia son vitales y también que el presidente del Gobierno mantenga una postura coherente a lo que es su programa electoral y por lo que ha sido elegido democráticamente en unas elecciones. En mi opinión Zapatero estuvo a la altura de las circunstancias y no quiso polemizar sobre el asunto. España es un país constitucionalmente laico, es decir, que nuestra Carta Magna garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto, independientemente de que la religión católica sea practicada por una mayoría. Existe un convenio de colaboración en el que se marcan las relaciones entre la Iglesia y el Estado, donde figura una de las cuestiones que más inquieta a la Conferencia Episcopal, la subvención para su mantenimiento, el apoyo de financiación que el Gobierno se compromete a aportar y es en ese ámbito dónde han de buscarse fórmulas de consenso. El otro caballo de batalla es la polémica en torno a las clases de religión, donde es evidente que el desencuentro con los socialistas es mucho mayor que el que pudiera haber con los populares, pero esa es otra cuestión... Los temas que el Papa planteó al presidente español transcienden con mucho las relaciones entre dos estados y se sitúan más en el ámbito doctrinal o de las creencias. Por supuesto que el Papa es libre de plantear sus opiniones, ¡faltaría más!, pero el presidente español esta en su derecho de gobernar según su ideario, ¡faltaría más! Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

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