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Publicado por
RAFAEL TORRES
León

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CASI mejor haber sido eliminados que, por el albur de algún gol idiota o de un resultado exógeno favorable, continuar exhibiendo una imagen tan triste. Santamaría, Clemente, Camacho, Sáez..., ¿qué más da quién dirija al equipo nacional español si, en puridad, su sino es el de sufrir y hacer sufrir a la hinchada? Perennemente instalada en la quimera de la felicidad absoluta, imposible, nuestra selección de fútbol no ha sabido nunca, qué hacer con la realidad. Y es en la realidad, con sus límites, con sus altibajos, con sus designios y sus sorpresas, donde se vive. Nunca ganaremos nada, en ésto del fútbol de selecciones nacionales cuando menos, mientras sólo soñemos con ganar, desatendiendo el nada irrelevante detalle de cómo hacerlo. ¿Se puede ganar no ya un campeonato de Europa, sino siquiera un partido de solteros contra casados, jugando como jugamos contra Grecia y Portugal: imprecisos, previsibles, tórpidos, capitidisminuidos, devorados por la ansiedad y con plomo en las piernas? La bravura está muy bien para los toros, y la furia para los perturbados a los que se lleva la contraria, pero para jugar al fútbol contra once tipos normales, ¿de qué nos sirven esas atávicas características de nuestro balonpié nacional? Nos engañamos y, para colmo, no somos capaces de creernos y hacer creer nuestras mentiras: de un chico que apunta, Torres, hacemos un arma poderosa e infalible; de otro que sólo le pone pundonor, Raúl Bravo, suponemos que le pone también la calidad suficiente; a Vicente, que desborda algunas veces, le asignamos la condición de gota fría; al impasible Xavi Alonso le encargamos dinamizar el equipo, y a Valerón, que es el que vale, le dejamos en el banquillo. Casi mejor haber caído eliminados: podremos disfrutar con equipos que viven en la realidad.