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JESÚS MARÍA CANTALAPIEDRA CONCEJAL DEL GRUPO POPULAR EN EL AYUNTAMIENTO DE LEÓN
León

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ESTOY encantado y satisfecho. No es para menos. Con toda probabilidad, toda, una compañera de Corporación, aunque sea del equipo de gobierno, va a ser nominada para Premio Nobel de la Modestia. Me refiero a doña Modesta Travesí, concejala de Turismo y Fiestas. Fíjense ustedes, literalmente ha dicho: «Yo, en un año, sé ya más de turismo y fiestas que él en los ocho años que estuvo». «Él» es el arriba firmante. Un tal Sócrates, pobre, afirmaba: «Sólo sé que no sé nada» y, lógicamente, nunca ganó un Nobel. Y tiene razón doña Modesta. Efectivamente, soy un ignorante en materia de Turismo. Después de dieciséis años involucrado en el sector -ocho como responsable de la concejalía y todos como miembro activo de la Federación Regional, Nacional e Internacional de Escritores y Periodistas de Turismo-, no me he enterado de la fiesta. Perdón, hablamos de turismo. De nada me ha servido la asistencia a decenas de congresos y sus correspondientes ponencias -en realidad tengo un negro que me las escribe-; inútiles han resultado los más de 300.000 kilómetros recorridos en busca de la feria perdida. «Ya lo decía mi madre. Con esa forma de ser, no se va a ninguna parte», como dice la canción de José Manuel Soto. El hecho de que León haya conseguido duplicar las pernoctaciones, triplicar el número de visitantes extranjeros, pertenecer a prestigiosas asociaciones relacionadas con el Turismo y que la ciudad cuente con diez hoteles más, de tres y cuatro estrellas, se debe a la intervención de nuestro patrón San Marcelo y a la Santísima Virgen del Camino. ¡Ah!, y a la patrona de Turcia de la que, por cierto, soy muy devoto. Otrosí digo. Estoy feliz, contento por la nominación de doña Modesta Travesí. Por arte de birli birloque voy a pasar a la historia. No todos los días se cuenta con una compañera premiada con un Nobel. El orgullo invade mis adentros henchidos de gozo íntimo. El problema es que va muy rápida la concejala. Si es que por un milagro de las citadas vírgenes llegara a permanecer ocho años en el sillón concejil, si continuara aprendiendo a tanta velocidad, ¿a qué premio podría aspirar después de haber conseguido la gloria en tan sólo doce meses? Bueno, siempre le queda el Nobel de la Prepotencia, casi del mismo prestigio que el de la Modestia. ¡Ánimo! y a seguir en esa línea. Me gustaría contárselo a mis nietos cuando sean mayores. Para que aprendan lo que es inteligencia premonitoria. En las mismas manifestaciones aseguró que las del 2004 serían las mejores fiestas que tuvo León. ¡Antes de que comenzaran! Eso sí que tiene mérito. Debería comercializar su clarividencia. Se forraba. Sin embargo, ya está bien de mensajes laudatorios, no sea que mi portavoz me imponga un castigo político. Debo hacer algo de oposición y a ello voy, refiriéndome a las fiestas. A saber. Dos compañeros socialistas de doña Modesta, Olga Palacios y Pedro Figueiras -entonces y hoy buenos amigos-, sin insultar, durante ocho años me machacaron insistiendo en la falta de participación de las fiestas -nunca supe a qué se referían cuando el ciudadano estaba volcado en la calle-; de la falta de «peñas» que animaran el cotarro festivo como en Pamplona, Levante, Valderas o Benavente. Yo les contestaba que las «peñas» no me las podía inventar, aunque apoyé a las asociaciones con la instalación de carpas durante San Juan. Pues bien. Estaba equivocado. Mis amigos Olga y Pedro tenían razón. Sin «peñas» no hay fiesta. Son imprescindibles. Y, claro, ahora debo preguntar a doña Modesta: «¿Dónde están las peñas, matarile rile rile...? ¿Ha surgido alguna bajo su manto protector? ¿Qué ha hecho la concejala para fomentarlas? En otro orden de perversidades, ¿cuántas actividades ha copiado -más bien remedado- de este ignorante, aunque las haya cambiado el nombre y la ubicación? ¿Cuántos actos de contrastado éxito ha tachado de un plumazo? A eso le llamo yo «Al cambio por la supresión». ¡Viva la imaginación! Por otra parte convendría recordar a doña Modesta que echarse flores a uno mismo y a destiempo, indica que no tienes quién te las eche. Además los pétalos se marchitan con rapidez; el tiempo que duran los saraos. También, que las primeras fiestas que organizó este nesciente las llevó a cabo sin técnicos. Únicamente con la ayuda de una, digo una, buena funcionaria. Ahora tiene seis magníficos colaboradores. Y en esas estamos, oiga. En bien de la ciudadanía sólo me resta decir: «¡Vivan las fiestas! y que todo se desarrolle con el presunto éxito que apunta doña Modesta». He dicho.

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