Aplazado el plan de choque

EL GOBIERNO aplaza el «plan de choque» de la vivienda, que ha chocado con grandes dificultades. Para prometer cosas sugestivas cuando se aproximan las elecciones basta con echarle cara al asunto, pero para cumplirlas hace falta echarle dinero. Estamos mejor de solidez facial que de liquidez y en vista de eso la ministra de la Vivienda, María Antonia Trujillo, ha dicho que el atractivo plan no se aplicará en junio, como había anunciado. Ni siquiera se dejará para septiembre, sino que se abordará en dos etapas. La meta está lejana, ya que nadie sabe cuándo van a empezar. Dejar las cosas para después tiene la ventaja de liberarnos del apresuramiento, que es algo incompatible con la noción de elegancia. Correr es de cobardes, que le dijo aquel extremo izquierda del Betis a su entrenador. Además, hay quien se ha acostumbrado a vivir a la intemperie y ser propietario de un piso bueno, bonito y barato, naturalmente muy céntrico, podría desconcertarle. Mucho mejor que acometer el prometido plan de choque es culpar al anterior Gobierno del precio de las viviendas por permitir desgravar. Ese fue el error, según el asesor económico de Zapatero, de masa encefálica tan cuestionable que su opinión ha sido urgentemente desmentida por el ministro Solbes, que ha dicho que los factores que crean una burbuja inmobiliaria son múltiples y no dependen exclusivamente de las deducciones fiscales. O sea, que le ha venido a decir al asesor económico que es más simple que el mecanismo del bocadillo. La ministra anuncia enormes ayudas a los propietarios que alquilan, pero su ministerio, para que nadie se llame a engaño, aclara que eso es «un deseo», cernudianamente alejado de la realidad que, como todo el mundo sabe, es terca como una mula parda. ¿Se nos prometieron tantas cosas si ganaban las elecciones porque estaban seguros de que no iban a ganar? No podemos contestar a esa pregunta, pero hay que hacérsela. Lo único que sabemos es que a la ministra de la Vivienda la han sacado de sus casillas.