Partido o feudo

ENTRAMOS en el solsticio de verano sin encender la hoguera y sin quemar los viejos e inservibles trastos del pasado, pero con demasiados fuegos por apagar en los contornos políticos. Falta hacen en el consistorio el muérdago y el tomillo de San Juan para atravesar el verano sin más percances y sobresaltos. La UPL echa chispas y no precisamente por la fiesta solsticial. El partido regionalista ha entrado en su adolescencia sufriendo una de esas crisis que con tanta frecuencia se dan entre los humanos cuando alcanzan la pubertad. Crisis de identidad, cambios de rumbo...Y, como es natural, han renegado del padre. Lo que no es normal es que sea el padre el que reniegue de su hijo, como ha hecho De Francisco con la UPL y se embarque en una huida hacia el retiro con la bolsa llena, y bien llena a costa del erario público, y sin rendir cuentas. La UPL se ha forjado sobre los ideales del leonesismo y el sentimiento de exclusión de una comunidad en la que León no ha obtenido el protagonismo y el peso que merece. Pero sus líderes tienen escuela propia; De Francisco es un alumno aventajado del indepentismo de Morano (hoy prócer del PP, número 1 en el Congreso de los Diputados por la provincia de León). Herrero Rubinat, uno de los principales ideólogos, disfruta de la comodidad política que la Diputación ofrece a la oposición; Joaquín Otero saltó de la radio a la política y se estrenó en las Cortes de Castilla y León cumpliendo el sueño de poner una pica en Valladolid y tener en jaque a la Junta.El triunvirato ha dejado de funcionar cuando dos de de las tres partes han exigido más peso en las decisiones. Ahora la UPL debe dilucidar si es más partido que feudo de un líder enigmático -desvela su futuro a golpe de rueda de prensa- y demostrar que efectivamente no hay ninguna conspiración contra el pacto que sustenta al gobierno municipal de León. De lo contrario, la UPL será como el capricho de los dioses, que la quieren mover de un lado a otro a su interés.