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TRIBUNA

¿A quién le da miedo la protección de la mujer?

Publicado por
MARÍA ARIAS
León

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ES CURIOSO cómo salen a la palestra pública la defensa de los derechos de los hombres cuando de lo que se trata es de proteger a las mujeres. Llama la atención que ciertos hombres reivindiquen de inmediato, ante una ley que favorece a las mujeres, allí donde están claramente desfavorecidas, que ésta pueda servir para aminorar algunos de sus derechos. Y es que, en algunos sectores de la sociedad y en algunos órganos oficiales de la misma, no se ha entendido el fondo del asunto. Este es el de utilizar la discriminación positiva como vehículo para lograr avances reales y cualitativos en la situación social de las mujeres. O mejor dicho. Es posible que lo entiendan, y lo que no quieran es aceptarlo. Se comprende que en Cataluña, País Vasco y Galicia, se hayan dictado leyes de discriminación positiva hacia sus respectivas lenguas porque partían claramente con desventaja respecto del idioma predominante: el español. Eso se entiende. Sin embargo, no quiere comprenderse que en el caso de las mujeres, que partimos de muchas situaciones de desventaja histórica, se quiera legislar para ayudarnos a rebasar esos límites que en la igualdad rasa y técnica de ciertas leyes lo que hace es perpetuar la desigualdad. El hogar, no puede seguir siendo un lugar de impunidad, donde con la disculpa de lo privado, la situación de dominación y preponderancia social del hombre, se ha convertido en muchas ocasiones en el lugar donde se conculcan todos los derechos y libertades. Apoyando a las mujeres dentro del hogar se apoya al resto de las personas que forman parte del mismo. En una casa donde hay una mujer maltratada, todos están maltratados, niños y abuelos. La violencia contra las mujeres, específicamente contra las mujeres, es un realidad palpable y sangrante que es una c obardía ignorar. Protegiendo y defendiendo a las mujeres se está defendiendo a toda la sociedad, pues mientras ésto no cambie, somos las mujeres quienes mayoritariamente cuidamos y educamos a los niños y niñas y atendemos a las personas mayores. Las mujeres cumplimos un papel esencial en la sociedad que los hombres hasta la fecha no han querido jugar. En ese sentido, la educación tiene que cumplir un papel fundamental para que las cosas cambien. En el momento que los hombres se incorporen mayoritariamente a las labores de cuidado y responsabilidad directa de sus familias, se irá valorando y respetando más a las mujeres. Pero mientras tanto, es necesario propiciar caminos que favorezcan la no discriminación que sufrimos las mujeres. Los hombres no deberían temer que las mujeres tengamos una vida de derechos en la práctica, igual a la que ellos disfrutan. El informe del Consejo General del Poder Judicial, es un informe preceptivo pero no vinculante. Su función es la de aconsejar al gobierno sobre consideraciones técnicas de un proyecto de Ley, y nada más. Las consideraciones sobre la oportunidad o no del proyecto que se pretende y otras de tipo moral o político no son congruentes con su cometido. Esas le pertenecen en exclusiva al órgano que detecta la iniciativa reglamentaria que es el Gobierno y el Parlamento, nunca jamás a un Consejo elegido no por cauces de voto universal, y cuya legitimación procede por delegación, es decir, indirecta. Cinco personas nombradas como lo han sido éstas, no son nadie para dar lecciones sobre conveniencia política o no a un Gobierno elegido en las urnas. La enorme publicidad que se ha dado en los medios de comunicación a las opiniones políticas y morales de esas personas me parece que no guardan relación con la representación democrática que tienen en la sociedad. Lo verdaderamente importante es por un lado; la realidad de un problema que mayoritariamente reconoce la sociedad que existe, como es el del maltrato e indefensión de las mujeres, y por otro, la necesidad de llevar a cabo soluciones de amplio consenso social. Son las asociaciones de mujeres y demás, directamente interesadas y afectadas por el problema, a las que hay que dar cabida para que su voz se oiga. Y dar menos pábulo a las opiniones y consejos de un órgano dónde existen ciertas personas cuya trayectoria personal podría muy bien suponer una predisposición favorable hacia la discriminación de la mujer. En este sentido el gobierna de Zapatero es un ejemplo de limpieza democrática y de valentía política. Las mujeres, independiente de la ideología que tengamos, debemos apoyar esta iniciativa gubernamental, debemos apoyarla activamente y no permitir que la voz de Consejo del Poder Judicial formado por 5 personas no elegidas en las urnas sea la voz preponderante en un problema que nos atañe tan directamente a todas las mujeres y a todos los hombres. Porque, desgraciadamente, todas, todas las mujeres somos susceptibles de ser maltratadas en algún momento de nuestras vidas mientras persista la cultura machista que nos infravalora y nos ve como objetos. Por cierto, ¿se han enterado de la gran idea del gobierno portugués de dictar numerus clausus sólo para mujeres en las Facultades de Medicina? ¿Por qué la prensa no se hace eco de ese atentado real contra los derechos de las mujeres en la misma medida que lo hace del supuesto privilegio que supone para las mujeres la nueva Ley Integral de Protección? La sociedad española es mucho más avanzada, flexible y democrática que sus instituciones y políticos. Está bien que desde el Gobierno se quiera dar un paso que avance en ese sentido para intentar poner a la altura de los ciudadanos a los que sirve. Como mujer creo necesario salir también a declarar públicamente mi voz, yo no soy impor tante, pero echo de menos la voz de mujeres que sí lo son.

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