POR LA AMURA
«Pantumaca»
POR PRIMERA vez León ha dado la imagen de una ciudad en fiestas durante San Juan y San Pedro, con un ambiente en la calle que otros años sólo se adivinaba por las luces de colores en Ordoño II y por la mayor programación de espectáculos privados, previo paso por caja. Al margen de consideraciones políticas, el éxito es un clamor popular, muy a pesar del anterior concejal de festejos, Jesús María Cantalapiedra, que insiste en llorar la pérdida de la denominada Feria de la tapa leonesa en Papalaguinda, unas carpas donde taberneros generalmente de fortuna ofrecían al público tapas tan típicamente leonesas como el pantumaca al razonable precio de ocho euros, convenientemente servido sobre una mesa que se limpiaba cada tres tandas de comensales, aunque no hiciera falta. Este año fueron los hosteleros de León, los de todo el año y toda la vida, los que colaboraron con las fiestas y engalanaron sus vinos y cañas con unos pinchos de escándalo. Pero el secreto estuvo sobre todo en sacar la fiesta a la calle desde la misma noche de San Juan, con una performance que mantuvo Ordoño colapsado hasta dos horas después de que finalizaran los fuegos. Quizás fuera demasiado conceptual para una ciudad más bien tradicional, pero logró su objetivo. Las plazas de la ciudad vieron actuar sin taquillas a Aute o Mago de Oz , que compitieron con conciertos de jazz, pasodobles o rock durante toda una semana en la que ni un día faltaron payasos o funciones de teatro infantil para los más pequeños, y que además no se limitaron al centro urbano, sino que también llevaron la fiesta a los barrios. Por no hablar de las actividades de aventura para los jóvenes en la ribera del río. No han sido ni San Fermín ni las Fallas, pero este año se superó el pantumaca .