EN BLACO
¿Deben casarse?
SI CASARSE es tan bueno como han venido predicando desde el albor de los siglos, ¿por qué los conservadores se manifiestan ahora contrarios a que puedan casarse aquellos a los que, por su orientación sexual, les han estado legalmente vedadas las delicias conyugales? ¿No son los homosexuales, por ventura, hombres y mujeres? ¿No son ciudadanos de pleno derecho? ¿No votan? ¿No estudian, no trabajan, no se divierten, no sienten, no pagan sus impuestos, no piensan, no sueñan, no aman? Pues entonces. Una cosa son los análisis sociológicos y otra las argumentaciones que persiguen la negación de un derecho. Sólo a los homosexuales aficionados al casorio, como a los heteros partidarios de lo mismo, les compete establecer la modalidad y el régimen de sus relaciones sentimentales, y digo sentimentales y no contractuales porque me consta que, a diferencia de tantos matrimonios convencionales inspirados por la inercia o el interés, los de los gays parecen querer fundamentarse, cuando menos en ésta primera fase, en el amor. Yo les recomendaría, a título personalísimo, que no se casaran, que como parejas de hecho se está muy libre y muy bien, ¿pero quién es nadie para decir a los demás, y con mayor razón si están enamorados y gozan del soñado reconocimiento de un derecho, lo que tienen que hacer? Si a los conservadores les gusta tanto el matrimonio y lo consideran esencial para la felicidad y el equilibrio de las personas, ¿Cómo es que pretenden seguir excluyendo a los gays de su disfrute? ¿Mala uva? ¿Cerrazón mental? Que yo, que no soy muy partidario del matrimonio, se lo desaconseje a tirios y troyanos, y en consecuencia también a los homosexuales, se comprende, pero que las personas algo antiguas se lo quieran impedir, eso, la verdad, no termina de entrarme en la cabeza.