Adiós, Mielgo

DESPUÉS DE OCHO años de brillante gestión, respaldada de manera unánime por el Consejo de Administración y por el mercado, el astorgano Pedro Mielgo ha dejado la presidencia de Red Eléctrica de España. A lo largo de su mandato, la operadora del sistema eléctrico español ha doblado su tamaño, se ha internacionalizado, se ha transformado en la compañía más eficiente del mundo en su ámbito de actuación y ha incrementado de manera sustancial el beneficio proporcionado a sus accionistas. En ningún país desarrollado, una trayectoria de esa naturaleza hubiese determinado la salida de quien la hizo posible. En España sí porque, aunque el Estado mantiene una participación minoritaria en el capital de REE, su papel de regulador le confiere un poder de presión excepcional sobre el resto de los dueños que son la mayoría. En esta vieja piel de toro existe una tendencia a convertir las empresas en botín electoral. Los gobiernos utilizan de manera directa o indirecta su capacidad de influencia y de intimidación para alterar la cúpula directiva de las grandes sociedades en claro desprecio a la voluntad de sus propietarios. Esta injerencia se ve favorecida por la existencia de un capitalismo excesivamente dependiente del poder que, en demasiadas ocasiones, sacrifica los intereses de sus accionistas a los deseos del Gobierno. Esta estrategia es negativa y genera una enorme inseguridad en los inversores nacionales e internacionales. Si las decisiones estratégicas de las corporaciones se adoptan en el Ministerio de Economía, eso pasará factura antes o después. Con Mielgo abandona REE un hombre honrado y eficaz sin filiación política que ha sido la primera víctima de la resurrección del neointervensionismo político en las sociedades anónimas. Es probablemente una señal del Gobierno a los presidentes de las antiguas empresas públicas, un aviso a navegantes. Si los capitanes del capitalismo español piensan salvar sus cabezas y congraciarse con el nuevo régimen incorporando amigos de éste a sus órganos de gobierno rendirán un pésimo servicio a sus accionistas y a la modernización de la economía española. Mielgo ha salido por la puerta grande y algunos han actuado por la chica. A veces, España muestra tics de banana republic .