CON VIENTO FRESCO
De ruta por Las Médulas
MI COMPAÑERO en el instituto Gil y Carrasco, José María Domínguez, ha publicado la espléndida guía Rutas por la historia de la técnica en Españ a, editada por Everest, a la que pronostico un éxito seguro. Se trata de una buena, sucinta y bien escrita historia de la técnica, que va a deleitar a lectores curiosos y a estudiosos exigentes. Se inicia en la prehistoria, con el estudio del yacimiento de Atapuerca y la mina neolítica de Gavá, y termina en nuestro tiempo con la descripción de actividades ligadas a la energía y las comunicaciones. En medio, un largo itinerario por la minería romana, la tecnología medieval, las ferrerías vascas y bercianas, la técnica en el siglo de la Ilustración y los primeros pasos de la industrialización catalana y vasca. En definitiva, un ambicioso trabajo de arqueología industrial, que no se ciñe a los tiempos de la industrialización, como suele ser al uso, sino a toda la historia de la técnica desde sus orígenes hasta hoy. Además -creo que es lo más novedoso e interesante del libro- se nos propone, al compás de esa historia, un paseo por los yacimientos, museos y restos de arqueología industrial más relevantes de nuestro país. Al final de libro, y agrupados por comunidades autónomas, podemos encontrar más de 140 lugares de interés, que pueden ser visitados: museos generales de la técnica y específicos del ferrocarril, el textil, la navegación, el automóvil, la electricidad; ecomuseos, como algunos mineros y de los molinos; rutas como las del Canal de Castilla o la de las fortificaciones de la frontera; fábricas de muy distinto signo, ferrerías y conjunto etnográficos. Todos esos lugares fueron antes estudiados y contextualizados, desde el punto de vista cronológico, en los trece itinerarios de que consta el libro. Con esta propuesta, José María Domínguez, abre al turismo cultural nuevas posibilidades, que se pueden compatibilizar con la visita a otros centros de interés. En definitiva, un libro muy práctico y apropiado para estas vacaciones que comienzan. Uno de los lugares en los que el autor se detiene, como buen berciano, es en el yacimiento de Las Médulas, que José María conoce bien. Estos días, por cierto, están estas minas en el candelero por varias razones, y no muy positivas. No hablaré de los líos del Consejo con la Junta a causa de la falta de guías o del problema de las señalizaciones, pues eso es un tema recurrente y aburrido. Una noticia se refiere al anuncio de la Junta de invertir 450.000 euros en investigación, especialmente nuevas excavaciones que alimenten el ansia de saber, o simplemnte el bolsillo, de ciertos arqueólogos. No sé si todavía hay que profundizar más en el conocimiento de las Médulas, es probable; pero creo que lo prioritario sería consolidar y proteger los yacimientos arqueológicos excavados, y que a la intemperie están sufriendo un inexorable proceso de destrucción. Esto no sé si interesa a la arqueología pero si a los que deseamos que no se dilapide nuestro patrimonio. Otra noticia ha sido la concesión a Catisa de 63 hectáreas para ampliar su cantera de caliza en los aledaños del Lago de Carucedo. Desconozco si, como dice el director general de Medio Natural de la Junta, dicha cantera está fuera del Parque Natural de las Médulas y nada pueden hacer frente a la empresa; pero el impacto visual que provoca es tan demoledor que parece imposible que se haya dado el permiso sin contemplar otras posibles alternativas. Me imagino que a la Junta, pese a tanta inversión y promoción, se le ha olvidado que Las Médulas son Patrimonio de la Humanidad, pues ha sido incapaz durante décadas de paralizar una cantera del poderoso Martínez Nuñez, a pesar de que desde los años noventa la Comisión Territorial de Patrimonio así lo ha venido exigiendo. Armonizar ciertas actividades y empleos con el turismo es dífícil, pero la Junta debería intentarlo sin inclinar siempre la balanza del lado empresarial. Por cierto, cada vez me parece más superflua y llena de contradiciones la Fundación Las Médulas.