Diario de León
Publicado por
CARLOS CARNICERO
León

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EL EX PRESIDENTE Aznar ha encontrado el sabor de su nueva vida. Como el clérigo Al Sáder está llamando a la guerra santa contra el invasor del gobierno que es otra vez el PSOE como fuerza de ocupación de lo que a él y a los suyos le pertenece. Como viejo ex combatiente de la cruzada contra Felipe González, tiene Aznar ahora la vocación de indicar a sus sucesores la metodología del combate que a él le llevó a la victoria. Dispone Aznar de una plataforma desde donde ejercer la oposición como a él le ha gustado siempre: sin límites, sin ataduras, sin compromisos y sin complejos. José María Aznar le ha cogido gusto a la figura de Ayatolá de la vida española y tiene expectación garantizada en los medios, una fundación a modo de presbiterio y fieles que le escucharán siempre porque en toda sociedad hay gentes adictas a la figura de profeta. Si el mensaje es, además, apocalíptico, las turbamultas de devotos están certificadas porque todas las religiones se fundamentan en el miedo. Advertir del mal es siempre una diatriba apetecible. La libertad que tiene ahora Aznar se la da la falta de confianza que le inspiran sus sucesores. Seguro que cuando observa balbucear a Angel Acebes, sumido en el desconcierto de la lealtad que le debe a él, que fue quien le hizo persona en la política, y la otra lealtad, la que le obliga el partido en su actual configuración, se complace al observar a su criatura confundida. Como todo en la vida lo que ha empezado a protagonizar Aznar es una novela por entregas que son las únicas que permiten una atención continuada y la expectación sobre las cosas más previsibles. Ahora la lista de anatemas ya está formulada: la Constitución europea no sirve, la reforma de la nuestranos llevará a la desintegración de una España que se ha salido del club de los grandes de la historia para ir a comer en la mesa de los pequeños... Eso, lo de la mesa de los niños, era un síntoma de distinción de clases en la vieja España. Los pobres comían todos juntos, grandes y chicos. Los acomodados disponían de medios para separar los comensales en función de sutamaño. Para mi que Aznar concibe España como una casa con dos comedores y él, y los que él considera, se sientan aparte de los demás, que le parecemos sólo niños. En el mejor de los casos.

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