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Publicado por
RAFAEL TORRES
León

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TAN CIERTO es que Grecia ha ganado la Eurocopa con justicia, como que lo ha hecho jugando no exactamente al fútbol, sino a otra cosa. El fútbol, pues se practica entre dos equipos y dos porterías, consiste en atacar y en defenderse según lo que haga o permita hacer el rival en cada lance del partido, pero los griegos han reducido al fútbol a la mitad, a defenderse sólo, si bien esto lo ejecutan con perfección extrema. Ahora bien, ¿resta ello méritos al equipo griego? Sí y no. Sí porque al jugar a otra cosa, los rivales se confunden y se sumen en una perplejidad sin remedio que deviene, indefectiblemente, en impotencia, lo cual desvirtúa un poco el principio de igualdad ante la ley (del fútbol) que a de regir cualquier deporte. Y no le resta mérito porque, en puridad, cada cual juega a lo que sabe y como puede, y los griegos, que saben defenderse como gato panza arriba, no han aprendido todavía a tacar. Pero si no atacan, ¿cómo es que meten goles, siquiera los suficientes para ganar a los rivales? Muy sencillo: como quiera que el balón (ellos juegan también, eso sí, con balón) va de acá para allá durante los encuentros, traspasando muchas veces las líneas de banda y de fondo, es lógico que en esas idas y venidas traspase la de gol alguna vez. Ahí, y no en otro sitio, radica la clave del misterio, y yo con gusto se la brindo a los pobres entrenadores y jugadores españoles, franceses, checos y portugueses, que a estas horas estarían aún, sin esta revelación extraordinaria, devanándose los sesos. Los griegos, sí señores, no juegan al fútbol, pero aprovechan y marcan, como quien no quiere la cosa, un gol. Loor y gloria, pues, a los jugadores de Grecia, gente sin pretensiones que, por no tenerlas, fue a Portugal sabiendo quiénes eran. Eso les convirtió, en estos tiempos de deidades falsas, en semidioses.