Los puntos

NO MERECÍA la pena establecer el sistema de puntos como crédito social al conductor si a la hora de la verdad no se aplica el sistema a rajatabla. Los puntos, la posibilidad de quedarse sin ellos y sin carné de conducir si uno infringe reiteradamente el código de circulación, se han revelado como un remedio eficaz contra los desastres de la carretera allí donde se ha implantado, reduciendo incluso las muertes por accidente, como en el caso de Francia, a la mitad. Sin embargo, y toda vez que E spaña no es Francia, pues aquí se percibe toda norma como una agresión insoportable a la libertad individual, sospechamos que no cuajará la fórmula si las autoridades y hasta los tribunales de Justicia que entiendan los recursos, no se ponen en plan borde e insobornable. Como todas las cosas, también esto de conducir automóviles sin ir sembrando el pánico se aprende de chico, pero en tanto en las escuelas no se imparta la de educación vial como una materia importante, más que el inglés o el internet ese que tanto privan ahora, el sistema de puntos podría irnos ahorrando unos tres mil o cuatro mil muertos al año, más un número semejante de lisiados y heridos de diversa consideración. El ahorro en vidas, en sufrimiento y en horror merece, sin duda, invertir un máximo de persuasión y de autoridad en el proyecto, pero si empezamos a hacer excepciones en la aplicación de la norma, cual pretenden los camioneros y otros profesionales de la conducción, la que se va a quedar sin crédito social es la Administración y, de rebote, la sociedad en su conjunto. Es cierto que si llega a aplicarse el sistema como dios manda, la mitad de los conductores españoles se van a quedar sin carnet en menos que canta un gallo, pero no es menos cierto que eso, la vida en tantos casos, habrá ganado la otra mitad. Y los buenos, por una vez, deben salir ganando.