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FERNANDO ONEGA
León

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TIENE toda la pinta de ser un globo-sonda, pero abrió un nuevo debate: ¿se debe pagar un euro por cada visita al médico de la Seguridad Social? Se está empezando a hacer en Francia, y aquí lo propone la Consejera de Salud del gobierno catalán. Si lo llega a sugerir un gobierno conservador, se pueden imaginar la tinta que iba a correr a cuenta de cómo las derechas destrozan el estado de bienestar. Pero hace tiempo que las cosas ocurren al revés de la lógica política: la izquierda piensa en el copago de la asistencia sanitaria, y Ana Pastor pregunta si se va a tolerar esa desigualdad entre regiones. Es un asunto muy serio. La gratuidad y universalidad de la Sanidad son dos de las mayores conquistas de la sociedad europea. Como tales, hasta hace unos años fueron indiscutibles. Podía fallar cualquier partida de los Presupuestos del Estado, menos ésa. Pero ocurrieron dos hechos paralelos: la prolongación de la esperanza de vida, que supuso un envejecimiento de la población, y la llegada de ejércitos de inmigrantes, a los que también se ofrece ese derecho. Como consecuencia, la demanda es masiva, y se ha disparado el gasto de tal forma que Rato tuvo que advertir que la Sanidad es «el mayor problema financiero del Estado». Como la Sanidad está transferida a las comunidades autónomas, el problema se multiplica por 17, y el gobierno central sólo ofrece una solución: si no tienen dinero, suban los impuestos. Y así, Madrid, Galicia y la propia Cataluña se sacaron de la manga una tasa especial sobre las gasolinas. Pero eso no frenó la avalancha de enfermos. Hace falta algo más; algo que desaconseje acudir al médico y haga bajar esa estadística de una visita por ciudadano cada 40 días. Pero, ¿quién deja de ir al médico por un euro? ¿No serán los más pobres, y quizá los más enfermos, los que se verán privados de asistencia? Todo esto significa que, como el astronauta que llamaba a Houston, tenemos un problema: empieza a faltar el dinero. Las viejas conquistas se empiezan a resquebrajar. El estado de bienestar es todavía sólido, pero presenta las primeras grietas. Y en España, un problema añadido: como a las señoras y señores consejeros de Sanidad de las autonomías les dé por pensar soluciones imaginativas para su caso, nos podemos encontrar con 17 modelos de financiación distintos. Habrá comunidades baratas y comunidades caras. Y en algún caso, doblemente caras. Si la tesis del euro prospera, Cataluña, por ejemplo, la pagará con la gasolina en las estaciones de servicio y en metálico al doctor en el ambulatorio.