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Publicado por
CARLOS CARNICERO
León

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LA POLÍTICA española es un inmenso frontón de piedra que devuelve todas las pelo tas. No hay diálogo ni entendimiento posible. Los golpes se suceden sin posibilidad de sutilezas. El ejemplo más claro es lo que ocurre en el interior de la comisión de investigación sobre el atentado terrorista del 11 de marzo. Todo lo que digan los testigos será refutado por el partido al que le perjudica y lo que favorezca a cada uno será exaltado hasta el paroxismo. Es en ese entendimiento de lo que ocurre en el que hay que considerar las declaraciones de Mariano Rajoy al vincular el futuro político de Angel Acebes al suyo propio, lo que no significa poner la mano en el fuego por el ex ministro de Interior -cosa que un político gallego difícilmente podría no sólo hacer sino aún considerar- sino anunciar que sea cual sea el resultado de las investigaciones y la conclusión de los ponentes no servirá para que tenga ninguna repercusión política en el ánimo del PP. Se negará cualquier evidencia contraria a las tesis establecidas. Negar la dialéctica política y la posibilidad de extraer conclusiones del resultado de un envite político de este calado es, en el fondo, un desprecio de la opinión pública o un exceso de confianza en los medios de comunicación que se controlan. Ocurrió en el pasado, cuando la corrupción y el GAL fueron el ariete con que algunos jueces y periodistas embistieron la legalidad constitucional. Por mucho que se empeñen quienes acusan la mano del felipismo en este atentado brutal, la historia es tan fantástica que no tiene posibilidades de una representación creíble. La metodología a emplear está siendo, sin duda, el desprestigio de la comisión en la que algunos diputados como Jaime Ignacio del Burgo y Martínez Pujalte están dando lo mejor de sí mismos en sus técnicas de sabotaje democrático. La historia reciente debiera demostrar que hay cosas que ni siquiera con Alfredo Urdaci en la televisión pública eran posibles de trasladar a una opinión pública más madura de lo que quienes la pretenden manipular suponen. El consejo es no desesperar y atender al desarrollo diario de la comisión en la que el retrato robot de lo sucedido empieza a dibujar unos trazos muy sombríos. El resto lo tiene que interpretar la ciudadanía.