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LAUREANO M. RUBIO PÉREZ CATEDRÁTICO DE HISTORIA MODERNA DE LA U.L.E.
León

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HACE ALGÚN tiempo en este mismo medio se afirmaba que tres provincias españolas, León, Zamora y Salamanca ocupaban las últimas posiciones en cuanto a empleo y desarrollo industrial. En el día de hoy aparece una nueva noticia preocupante: la mitad de los leoneses en edad de trabajar están fuera del mercado laboral... El instituto Klein advierte que la despoblación del noroeste ha dejado de ser coyuntural, es decir que ya no hay vuelta atrás o posibilidad de recuperación. Parece claro que después de varios años de desarrollo autonómico la posición de estas tres provincias ha ido de mal en peor y no parece casual que ambas fueron parte central del viejo Reino de León, además de vertebrar el importante e histórico eje de la Ruta de la Plata y de la trashumancia, dos elementos fundamentales a la hora de configurar una unidad territorial, social, cultural y regional. Después de 25 años de andadura la realidad ha demostrado que, a diferencia del resto de España, esta comunidad sólo existe a nivel oficial, carece de unidad sentimental, por mucho que se afanen desde Valladolid de hablar de una región o de castellano-leoneses, y está totalmente invertebrada pues Segovia y Ávila viven y comen en Madrid. En este contexto y desde la realidad actual, tres nuevos elementos han subido a la palestra y propiciado de nuevo el debate autonómico. El primero se apoya en la posibilidad de modificar la Constitución y la ampliación de los estatutos de otras autonomías. El segundo se centra en la responsabilidad de Zapatero y compromiso del nuevo presidente con su tierra, pues como hombre inteligente y conocedor de esta tierra sabe muy bien lo que hizo y está haciendo con León, así como con sus derechos históricos. El tercero se basa en el convencimiento de los socialistas de que las posibilidades de alcanzar el poder en Castilla son mínimas, máxime cuando ni se notó el efecto Zapatero y cuando saben que León o Zamora sociológicamente han entrado en una tendencia imparable a constituirse en feudos de la derecha ideológica y política pues, no tardando mucho y ante el envejecimiento y descenso de la población, los únicos jóvenes que se van a quedar en esta tierra son los hijos de las oligarquías políticas, rentistas, empresariales, etc..., que por naturaleza «maman» en su casa las ideas conservadoras. El tema no es baladí y ello lo demuestran las recientes declaraciones de la clase política y la tomadura de pelo de biomédica, de la escuela de pilotos o más recientemente del circuito de velocidad bañezano y el futuro negro del sector agrario. Es, pues, el momento de que el presidente Zapatero restituya a esta tierra sus derechos, el derecho a manifestarse y a decidir su futuro. Es triste que la enseña leonesa, el pendón del viejo Reino de León que los propios Reyes Católicos conservaron en su escudo por razones que conocemos haya desaparecido como seña de identidad en los territorios del viejo reino. Es el único caso en el mundo y no es casual que cuando esto ocurría en el País Vasco Sabino Arana creaba la bandera vasca hoy tan admirada como seña de identidad de un pueblo y de una tierra. La nuestra después de muchos siglos de representar a un territorio y a una unidad administrativa la hacemos desaparecer. No se trata de hacer victimismo, pero con ese ejemplo se puede dar respuesta a no pocas situaciones o agravios comparativos actuales. Cada pueblo tiene lo que se merece o lo que ha sabido conservar. A este paso esta tierra no va a conservar ya ni la remolacha. El Reino de León, como su existencia, fue una realidad que durante muchos siglos, incluso después de su anexión a la Corona de Castilla, marcó el devenir de estas tierras tanto en su configuración territorial y administrativa, como en su proyección socio-cultural y económica. Los bercianos, sanabreses, parameses, zamoanos, etc. hasta el siglo XIX se identificaron como habitantes del Reino de León y este estuvo reconocido tanto en la existencia del Real Adelantamiento de León, como en las propias Cortes de Cádiz donde se recoge que España está formada entre otras regiones por el Reino de León. La pérdida de esta unidad político-administrativa y de este sentimiento, especialmente interesada desde el centralismo liberal del siglo XIX y desde el poder de las oligarquías terratenientes castellanas (la provincia de Salamanca es buen reflejo de ello), supuso el progresivo abandono de un patrimonio histórico básico para el futuro, tal como se demuestra en otras regiones en las que se mantuvo esa realidad (Reino de Murcia). Pero, pese a todas estas razones, la realidad nos dice que hoy más que nunca el poder político y los intereses que le rodean tiene en sus manos ya no sólo el hacer justicia con esta tierra, sino permitir que sus habitantes se manifiesten. Aquellos que se le llena la boca de democracia luego son los verdugos y dictadores que no permiten al pueblo manifestarse en referéndum porque son conscientes de que el resultado no va a ser acorde con sus intereses. No cabe duda que el primer revés a las esperanzas de no pocos leoneses comprometidos en el efecto Zapatero se la ha dado el congreso regional del PSOE dirigido por el castellano-leonés Sr. Villalba. Pese al papel leonesista encomendado a dos conocidos militantes leoneses, los socialistas que al igual que los populares dicen velar por los intereses de esta tierra parieron un nuevo invento o modelo. Por cierto en la foto de familia, unos levantan el puño derecho y otros el izquierdo ¿significará algo? Ni autonomía, ni referéndum democrático, ni región, esto es uno, grande y libre y para más libertad, es decir para incrementar más las posibilidades de poder y de vivir de la política con sueldos millonarios, potenciemos unas diputaciones no democráticas, pues lo diputados los elige el partido y los ayuntamientos donde el caciqueo, la familia, el enchufe y la exclusiva con sueldo millonario se ha convertido en la ilusión y el sueño de no pocos espabilados. Mientras tanto el común de vecinos, ni se preocupa, ni se entera, bastante tiene con trabajar e ir al pueblo el fin de semana a ver como queda vacío de gentes y cómo desaparece hasta la remolacha porque la quieren producir en exclusiva los franceses y alemanes. Mientras tanto y esto es lo penoso vascos, catalanes y hasta los andaluces deciden, obtienen, luchan y autoproyectan su futuro y el de sus hijos. Por el contrario, los leoneses, esto no es lamentación, bastante tenemos con saber a donde van a emigrar nuestros hijos, eso si previo aprendizaje del catalán. Las manifestaciones y caras de satisfacción que veo en la prensa de los miembros de la ejecutiva de un partido que tiene con el resto de partidos la responsabilidad de lo que le pasa y le pasará a esta tierra en el futuro no se corresponde con la penosa y tangible realidad. Pero, lo malo no es esto, lo malo es que nos tomen a los ciudadanos por tontos y... a vivir que son dos días.

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