Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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LOS PRECIOS subieron 2 décimas en junio y la inflación interanual se dispara al 3,5 por ciento. Lo tengo dicho, ya que muchas veces me ha hecho sangre: cuando la inflación se dispara siempre resultan malheridos los mismos. La que llevamos acumulada es superior a la que estaba prevista para todo el año y la desviación del IPC puede costarle casi 1.857 millones a la Seguridad Social. Los precios son muy desobedientes y no les hacen nunca caso a quienes les dicen cómo deben comportarse. Dicen que los culpables de la subida, dejando a un lado el petróleo, que es la hemoglobina de la época, son el tabaco, que es el que nos mata, según informan las cajetillas, y el turismo, que es el que nos da la vida, según los balances económicos. ¿Estaríamos en una situación más boyante si los hoteles, los cafés y los restaurantes moderaran sus desbocados precios? ¿Nos iría mejor si la tabaquera Altadis no hubiera aumentado el coste de la mayor parte de sus marcas? Es más que probable, pero lo que es seguro es que nos aburriríamos. Dejar de comer en exceso y dejar de fumar definitivamente son indudables logros, pero están al alcance de muy pocas personas. Sin embargo lo consiguen todos los camellos, que tienen una gran fuerza de voluntad. Eso de que el diferencial con los países del euro se haya elevado a 1,1 puntos es lo más importante que nos pasa. Nos quieren distraer con otras cosas para no amargarnos las vacaciones (a quienes las tengan), pero lo más decisivo es lo que está ocurriendo al nivel de los bolsillos, que son una zona erógena. Todo lo demás repercute menos en la vida cotidiana. Ya sabemos que el submarino Tireless ha acatado el ultimátum que le dio el ministro Moratinos de irse de Gibraltar cuando le diera la gana y que el juez Garzón ha dejado libre al preso español que estuvo en Guantánamo. Nos distraen con esos asuntos, sin duda muy interesantes, o con el deseo del Gobierno de debatir el déficit oculto que dejó el PP, pero lo gordo es lo del IPC. Son sólo unas décimas, pero la enfermedad está ahí.

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