Cerrar
Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

Creado:

Actualizado:

EL MAGISTRADO Baltasar Garzón, experto en terrorismo islámico y etarra, acababa de afirmar con rotundidad ante la comisión de investigación del 11-M: la noche de ese mismo día de lágrimas la cúpula policial ya tenía claro que detrás de la brutalidad estaba Al Qaeda. Garzón es lo que algunos colegas han dado en llamar «un juez estrella». Yo disiento. No es un juez estrella. Es un juez que se gana el pan, la leche y el chupito. Al menos esa fue mi impresión cuando acudió a nuestra llamada para inaugurar el Foro de Derechos Humanos. Aguantó el tirón ante «sus señorías» durante cuatro horas. Sus declaraciones ayudaron a los miembros de la comisión a poner algo de luz en la tenebrosidad que pretenden transformarla. También para abrirles los ojos. Para que insten al Gobierno a mejorar los métodos de investigación, la cooperación internacional y la especialización judicial. Estoy convencido que el ministro del Interior, José Antonio Alonso (quien precisamente hoy recalará en León para asistir al congreso de su partido), ha tomado buena nota. Pero en esto llegó el listo que se hace el tonto. Perdón, llegó -mejor dicho: le llevaron, ya que está postrado en silla de ruedas- el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño. Que nadie vea el mínimo atisbo de desprecio, y menos hoy, cuando acabo de pronunciar un pregón -experiencia maravillosa- en una residencia de mayores. Lo colocaron frente a la comisión de investigación y ejerció de autista. He llegado a pensar que en lugar de fiscal jefe de la Audiencia Nacional era el hijo predilecto de un dios menor. Sus declaraciones son lo más estrambótico que podía suponer un ciudadano. No lee los periódicos por «higiene mental», no ve la tele, salvo «documentales que da la BBC», ni nada de nada. Si el fiscal jefe de la Audiencia Nacional no se ha enterado hasta la víspera de su declaración de la existencia de una furgoneta que los terroristas aparcaron en Alcalá de Henares y de otros complementos --casette y detonadores--, no se entiende cómo puede dar órdenes a sus subordinados. Completamente inaudito. Que Eduardo Fungairiño viva al margen de lo que pasa en el mundo y en la sociedad española me parece tremendo. No merece el sueldo que le pagamos todos los españoles. O nos toma el pelo o sufre de idiocia. Como no lee -por «higiene mental»- los periódicos, seguro que no me pondrá una querella. Más claro aún: si no existe tal desconocimiento y lo que hizo fue ironizar, como rotuló el diario ABC en portada, es mucho peor. Entonces es que no demostró ningún respeto por los miembros de la comisión de investigación, diputados que encarnan la soberanía popular. La comparecencia de Eduardo Fungairiño no aportó nada, ni para bien ni para mal, al esclarecimiento del horrible atentado del 11-M. Sin embargo, sí aportó mucho para conocerle a él, aunque ya le pesaba como una losa en el curriculum su actuación en el caso Pinochet y otras cuestiones menores.