EL RINCÓN
Un euro y gracias
LA PELA es la pela y el euro es el euro. Persuadida de estos valores, la consejera catalana de Salud tuvo una ocurrencia, lo que no deja de ser insólito en el gremio de los consejeros: propuso que en su comunidad se le cobrase un euro al paciente por cada acto médico. Al fin y al cabo, un euro es una tarifa de gorrilla y si se le da al que cuida durante un rato de nuestro coche, ¿por qué no va a dársele al que cuida de nuestra salud? Además, el negocio no sería tan malo, ya que hay más pacientes que automovilistas. La idea ha sido rechazada por el tripartito catalán y el «copago», que es una fea palabra, no podrá aplicarse. Habrá que buscar otra fórmula para atajar el déficit sanitario, pero lo que habría que buscar es otra fórmula para ampliar el llamado acto médico, que es hola y adiós. Ni los enfermos más elocuentes y con mayor capacidad de síntesis pueden explicarle al doctor sus padecimientos en un plazo tan breve. Muchos recurren a la mímica y se señalan el pecho, el estómago o el hígado para facilitar el diagnóstico. Es un buen sistema: inmediatamente el médico les extiende un volante para el especialista, resopla con satisfacción y da orden de que pase el siguiente, que también tiene muy mala cara. ¿Se mejoraría la situación si el enfermo, además de darle las gracias, le diera un euro? El tiempo del que disponen los médicos es muy limitado, aunque no tanto como el tiempo del que disponen algunos de sus clientes, a los que sólo les quedan dos telediarios para que les den la tabarra explicándoles la crisis del CNI y si la dinamita era súper Titadyne o normal. El caso es que la relación médico-enfermo se ha acortado de tal modo que exige que ambos sean muy buenos fisonomistas en caso de que acuerden una nueva cita. Lo que ocurre es que, si bien se mira, no estaría tan mal pagado si hubiese tenido éxito la iniciativa de la consejera catalana de Salud: hay médicos que son visitados por miles de personas al mes y casi todos vuelven.