Diario de León
Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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SE SIGUE con la lógica curiosidad e interés el desarrollo de las sesiones de la comisión de investigación del 11-M, el auténtico serial de este verano del cuatro. Casi todo gira, en la política, en torno a ese 'once-eme' y sus circunstancias, cuando ya empieza a prestarse atención, asimismo, a los cien primeros días del Gobierno de Rodríguez Zapatero, y lo que es lo mismo, a los cien días de oposición de Rajoy y sus acólitos. Zapatero y su partido nos cantan sus excelencias de este breve período frente a Rajoy y los suyos, que insisten a cada instante en proclamar que no hay proyecto de ninguna clase, que no se sabe dónde nos va a llevar o qué sólo pretende derribar lo efectuado anteriormente o hurgar en el pasado. El 'once-eme' y las declaraciones de cada cual aportan cuestiones de detalle, pero es muy probable que modifiquen muy escasamente la impresión que cada cual tenía de antemano sobre aquellos tenebrosos hechos. Aun no está todo dicho, y cabe que se produzca alguna sorpresa que venga a desmentir a quienes, también desde el primer momento, dieron por perfectamente inútil y hasta improcedente la puesta en marcha de esa comisión parlamentaria que consume julio en la Carrera de san Jerónimo, a la caza de los gazapos que puedan escaparse de la boda de los reclamados a dar su versión de los hechos. Gazapo de consideración, por ejemplo, ha sido el cometido por el ex presidente Aznar al revelar que tiene todos los documentos del CNI por razón de su anterior condición. Los más altos funcionarios del Estado, a lo que parece, no se terminan de enterar de que sirven al Estado y que el Estado tiene una continuidad. De manera que el Centro Nacional de Inteligencia y el Gobierno reclaman a Aznar que devuelva lo que en modo alguno es suyo. De igual modo, parece que alguien describió al fiscal Eduardo Fungairiño las reacciones suscitadas por su comparencia, de manera que el fiscal ha pedido disculpas a los parlamentarios. Cabe suponer que también a la opinión pública y ciudadanía en general, a la que tomó el pelo y trató inadecuadamente. Es obvio que no estuvo a la altura de lo que de él cabía esperar, pero por lo menos ha advertido su error y se disculpa.

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