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Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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ANTES de irse de vacaciones Zapatero se ha impuesto dos reuniones del mayor relieve y de la mayor trascendencia, de las que, en buena medida, dependerá la normalidad y el buen funcionamiento de la legislatura que hay por delante. En efecto, en atención a los efectos del encuentro con Maragall en la jornada de ayer, como el que está previsto que celebre el lunes con Ibarretxe se producirá o no la distensión en el ámbito del Estado autonómico, nada menos, toda vez que atender a las restantes autonomías será, en principio, tarea considerablemente más fácil. Pero, si se puede hablar de gran consenso con Maragall y si el lunes hay aproximación de posiciones con Ibarretxe, se habrá andado un camino que no se practicaba durante mucho tiempo, y habrán quedado desbrozadas muchas cuestiones. Maragall acudió ayer a La Moncloa no solamente como uno de los principales «barones» del PSOE,, sino en su condición del jefe de un gobierno de tres fuerzas, PSC, ERC e IU-V, que dieron su apoyo a la investidura del presidente y a la formación de su gobierno. Y en esa misma condición, Maragall llevó a La Moncloa las aspiraciones estatutarias de ese trío de fuerzas, y compulsó con Zapatero en qué grado son, cada una de ellas, atendibles. En particular, las aspiraciones del tripartido en lo que a financiación estatutaria se refiere. La deuda acumulada por la sanidad catalana y por otros servicios que el gobierno auton ómico presta a sus ciudadanos fuerza a los políticos catalanes, de manera permanente, a elevar sus reclamaciones de financiación más elevada. Si de Maragall, Carod y Saura dependiera, Cataluña dispondría, en su siguiente estatuto, de concierto y cupo «a lo vasco-navarro», o cuando menos, de ingresos sustancialmente más elevados, restados o no de la aportación que los catalanes vienen haciendo al Estado. Porque la otra vía es que Cataluña grave más algunas de sus tasas impositivas para hacer frente a gastos mayores. Y ahí habrá estado la habilidad de Zapatero: en comprometer a Maragall, una vez más, en el gobierno de toda la nación española, y no sólo de Cataluña, y en hacerle ver que cada cosa que Cataluña reclame, lo reclamará también, con parecidos derechos históricos a los que Maragall invoque, Extremadura, Castilla-León, y hasta la Rioja.