CANTO RODADO
Irlanda inspira a León
EL PRESIDENTE vino con los deberes hechos, con letra manuscrita, como acostumbra Zapatero, a pesar de ser un devoto fervoroso en el poder de la tecnología, la cultura y la educación para generar desarrollo en una época, la que le ha tocado vivir y gobernar, en la que la industria se convierte en chatarra y, como mucho, en patrimonio arqueológico industrial, como la Azucarera Santa Elvira (futuro palacio de Congresos de León) y la antigua fábrica de embutidos Araú (centro cultural para San Andrés). No se salió ni una línea del guión que se trazó en la campaña electoral. Y tampoco se arriesgó a poner apellidos -más de 3.000 millones de euros- a las 25 medidas -proyecto arriba, proyecto abajo- con las que trufó el Consejo de Ministros que ayer convirtió a León en la capital política española. No quiso que sus «compromisos» con León, su tierra, se convirtieran en un arma arrojadiza y prefirió que el Plan Oeste quedara en casa, con grandes titulares en los medios locales y discretamente oculto tras las medidas de alcance nacional: plan de choque de vivienda, avances en la reforma para ampliar las posibilidades de la reproducción asistida, reforma del Consejo de Estado... Todo bien medido y pesado. A su más puro estilo. Zapatero no hizo concesiones a la especulación y dijo, de entrada, que lograr que las vidrieras de la Catedral de León sean declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad no va a ser fácil, sino todo lo contrario. Tampoco se permitió licencias filosóficas con leonesismo. Lo dijo alto y claro: León es singular dentro de Castilla y León, pero la comunidad es un hecho cerrado. Zapatero cumple cien días de Gobierno y cuatro al frente del PSOE y lo celebró en León anticipando, en versión local, un programa de desarrollo inspirado en el modelo irlandés que tan buenos resultados -6% de crecimiento anual- ha dado a ese pequeño país del norte: menos hormigón (aunque aquí no falta) y más tecnología y conocimiento.