Diario de León

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DICE que no le gustan los fastos ni los triunfalismos. Ni siquiera cuando se cumplen esos míticos y convencionales cien primeros días de su mandato. Pero no resistió la tentación de ir a León, «su» ciudad, para celebrar aquí el primer consejo de Ministros. No quería la autosatisfacción, dijo, pero tampoco ejerció la autocrítica. Y cuando una periodista, leonesa por supuesto, le preguntó a Zapatero cuáles habían sido las dificultades en estos primeros 100 días, al presidente sólo se le ocurrió una cosa: «Me hubiera gustado que el Tireless no hubiera estado en Gibraltar». Cuando un presidente del gobierno, con la que está cayendo nacional e internacionalmente, encuentra un tan escaso repertorio de obstáculos para su mandato, es que tiene una ilimitada confianza en sí mismo. Y es éste un rasgo que, lo dicen todos sus paisanos, define desde siempre a este ciudadano leonés que ha llegado a primer ministro: una pasmosa seguridad en que logrará sus objetivos. No sé si realmente ha logrado todos los objetivos marcados para los cien primeros días. Es el caso que nadie podría decirle que no ha hecho cosas, aunque la legislación enviada al Parlamento en este tiempo haya sido corta y discutida, y aunque algunos ministerios -tres o cuatro- aún permanezcan casi inéditos. A ZP, los que le contemplamos en su rueda de prensa leonesa este viernes, la primera que da «en abierto» desde que es presidente del gobierno, le vimos ejerciendo a pleno pulmón esa mentada seguridad. Ni siquiera se cortó al bendecir con una lluvia de millones en inversiones a su tierra natal. Da la impresión de que el futuro es suyo. Ni Maragall, ni Ibarretxe -con quien se entrevistará el lunes-, ni Bush, ni Blair, ni los manifestantes sindicales apostados ante el Hostal de San Marcos en pos de quién sabe qué reivindicaciones, le quitan el sueño. Aznar o Rajoy, o la comisión del 11-M, aún menos. Me pregunto si entre los funcionarios y fontaneros monclovitas que seguían con gestos afirmativos cada una de sus respuestas en la rueda de prensa, me pregunto si entre sus paisanos entusiastas, habrá algunos, o siquiera uno, que se atreva o pueda decirle aquella frase que se recitaba a los aurigas vencedores en las carreras romanas: «acuérdate de que eres mortal». Zp insiste en que el poder no le va a cambiar, pero ¿seguro que recuerda que es un mortal como usted y como yo?.

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