Diario de León

EN EL FILO

Cien días de poca gracia

Publicado por
RAMÓN PI
León

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HAY una especie de norma no escrita en política, según la cual hay que conceder cien días de gracia a los Gobiernos cuando llegan por primera vez al poder. Esos primeros cien días se acaban de cumplir en el caso del Gobierno surgido del vuelco electoral del 11 de marzo. A partir de ahora, según esta especie de tradición, se supone que se levantaría la veda de la crítica, y los gobernantes deberían aprestarse a desayunarse con un sapo cada mañana. Lo curioso es que desde hace ya tiempo estos gobernantes se vienen quejando de que a ellos no se les han concedido los famosos cien días de gracia, y han empezado a recibir coscorrones en los medios y el Parlamento desde el principio. Pero eso no es que a ellos se les tenga una manía especial, sino que tiene su explicación: los cien días de gracia se dan para que los nuevos ministros aterricen en sus responsabilidades respectivas y aprendan dónde están las llaves de la luz, como se suele decir. Sin embargo, en este caso no es que 'les ministres' (mitad ministros, mitad ministras) se hayan aplicado a aterrizar, sino que se han hartado de tomar tierra, como en el chiste del avión que se estrellaba. Y, claro, si ellos renuncian a quedarse quietecitos esos cien primeros días y se embalan anunciando toda clase de disparates, no pretenderán que la oposición y los medios de comunicación se queden mirando al techo calendario en mano. El espectáculo al que hemos asistido en este período nos permite calificarlo como de cien días de muy poca gracia, y no por las quejas de 'les ministres', sino porque sus ocurrencias han producido una mezcla de inquietud, alarma, pena e irritación al menos a la mitad de la población. El célebre talante era una broma pesada, y el pueblo, ingenioso y cruel, no tardó en traducirlo con el conocido ripio:

. Y a buen entendedor, pocas palabras bastan. Muy poca gracia han tenido estos cien días. Y lo que viene es muy de temer que aún tendrá menos.
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