Al borde del suicidio

COMO el hecho dominante del momento es los cien días del Gobierno Zapatero, permítanme que coloque también en ese contexto la situación en que se halla el PP, sobre todo en lo que tiene que ver con las letales consecuencias de los sucesos protagonizados por Aznar. Me sigue costando trabajo creer que Mariano Rajoy no se percate de que él y su partido están al borde del suicidio político, y en buena medida ahora mismo por no ser capaces de liberarse de la terrible losa de José María Aznar. Este hombre había prometido que se retiraba de la escena política y lo que hace es lo contrario, incidir en ella cada vez más y siempre en detrimento del PP. Ahora no son ya los ridículos artilugios e inventos para cambiar la meridiana realidad de lo sucedido en torno al 11-M. Ahora es la caída en el abismo de acompañar a Aznar en su hundimiento por su falta de respuesta a las preguntas sobre la guerra de Irak y por los fatídicos errores de los papeles secretos y de la medalla del Congreso USA. Es posible que Rajoy esté pagando muy cara su deuda con Aznar por haber aceptado el modo de designación autocrática de los poderes en el seno del PP y en la candidatura a la presidencia del Gobierno. Es posible también que Rajoy y sus más directos colaboradores piensen que lo tienen todo perdido de antemano y entonces no es cosa de andarse con finuras o con intentos de distanciarse de la herencia de Aznar. El propio Rajoy parece prisionero de hombres como Acebes y Zaplana, de los que quizá no pueda desprenderse, aunque lo deseara, y que muy probablemente lo van arrastrar al desastre. Es posible que un acto de autoridad y de valentía de Rajoy pudiera salvarlo, por ejemplo, quitándose de encima esos pesos muertos y recurriendo a Gallardón y otras personas de ese talante, aun con todos los riesgos que eso pudiera conllevar.