El Club de los Ciudadanos al Loro

ESTUPENDA circunstancia la que nos rodea, esta sociedad que te obliga a vivir pendiente de lo que no te interesa, y te acosa y agobia con personajes y polémicas de los que en realidad te gustaría no tener noticia, ni buena ni mala. Algunos (quién no) aspiramos a estar a lo que nos ocupa o nos preocupa, pero tenemos que entrar a la fuerza en el Club de Ciudadanos al Loro. Si no, ya nos podemos dar por fastidiados (con j). A saber: uno compra un frigorífico. Acto aparentemente sencillo, guiado únicamente por la necesidad de disfrutar del agua fría y la gastronomía del congelado. Para cuando finalmente vas a pagar el aparato, te dan el título de graduado en master no frost . Hay: frigoríficos, arcones congeladores, combis, absorbeolores, mecanismos contra escarchas, fábricas de cubitos,... Generalmente con nomenclaturas foráneas, que hacen aún más difícil saber qué coño estás comprando para enfriar los yogures. Al final te agencias un EX53JB Clase 5 marca X, uno de los veinte que en la misma gama tiene la marca X. Si te crees que tu calvario terminó, vas dado. Cuando tiempo después llega el aparato a su huequecito, quizá cambie un número o una letra de esa denominación propia de un ingeniero de la Nasa más que de un comprador desprevenido. Un cambio que puede suponer una diferencia de varias decenas de euros, que si no practicas el código de ciudadanos al loro acabarás pagando a mayores a cambio de nada. Es como hacer la compra: se lleva X y le regalamos Y. O estas al loro, o la oferta consiste en cobrarte X+Y. Y perder media hora tras la cajera central dando explicaciones para que te devuelvan lo tuyo. Aquel Paco Martínez Soria de Don erre que erre debía ser nombrado presidente del Club de los Ciudadanos al Loro. Sólo queremos lo que nos corresponde, ni más ni menos. ¿Por qué a veces tengo que sentirme como el cómico cuando lo único que quiero es seguir mi camino, pero sin que me estafen? Me importa un pito si mi frigo es X o Y. Déjenme andar a mis cosas. En paz.