Inmigración desbordada

CON el buen tiempo, continúan llegando pateras a nuestras costas, con su secuela de muerte que periódicamente jalona la desesperación de quienes se juegan la vida para buscarse un futuro. Y este gobierno, como los anteriores, se encuentra visiblemente desbordado tanto a la hora de gestionar esta avalancha como de resolver el problema suscitado por la presencia de más de un millón de «sin papeles» en nuestro país. El ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Caldera, ha conseguido poner en pie el aparato administrativo que permite a los legalizados renovar sus permisos de residencia y de trabajo, pero algo habrá que hacer, y cuanto antes, con las muchedumbres que trabajan ilegalmente, explotadas en la mayoría de los casos y en condiciones misérrimas casi siempre.