Diario de León

PANORAMA

La sexta flota no fue a la fiesta

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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UN BARCO de la VI Flota norteamericana, invitado a las celebraciones de Gibraltar en el tercer centenario de su conquista por los ingleses, no acudió a la cita, y el ministro principal de la colonia, Peter Caruana, reconoce que el asunto «ha molestado bastante» a los gibraltareños. Desde España, sin embargo, se han observado con más atención las personalidades asistentes a los festejos que las ausencias. Pero esa observación se ha realizado sin histeria, contra lo que afirma Caruana, aunque con fuerte malestar por tanta ceremonia. La ausencia del barco estadounidense, que ocupaba un lugar prioritario en la lista de invitados, no supone para España un consuelo sino, desde una perspectiva internacional, un gesto de Washington que podría calificarse desde amistoso hasta prudente, dada la tensa situación en el Mediterráneo. Caruana atribuye esa actitud de la VI Flota a «innecesarias e injustificadas presiones de España» sobre el Gobierno norteamericano, lo cual reflejaría un enderezamiento casi total de nuestras relaciones con Estados Unidos o, más concretamente, con la Administración republicana de George W. Bush. También habría influido en el plantón del barco a Gibraltar la inminencia de unas elecciones norteamericanas en las que Bush desea conservar la mayor parte del voto hispano, evitando que desde Madrid intente influirse sobre él, con la sutilidad exigible, a favor de Kerry. El anterior Gobierno del PP alardeó en algún momento de su influencia sobre la población hispana de Estados Unidos. Washington parece haber abandonado la doctrina Rumsfeld de las dos Europas, «la vieja» y la «nueva», y ante el volumen de los países que se mantienen distantes de la guerra preventiva contra Irak, ya no habla la Casa Blanca del «eje del mal» ni sostiene que los que no están con los Estados Unidos, están contra ellos. A España, pues, empezaría a considerarla Bush una nación coherente consigo misma, pues a la retirada de sus tropas de Irak ha seguido una política de intervención humanitaria o pacificadora en varias zonas del planeta, reforzando su presencia en Afganistán y enviando efectivos a Haití, para ayudar en su proceso de normalización democrática. No da ni mucho menos la sensación de que las celebraciones de Gibraltar supongan, como afirma el PP y, especialmente, su líder andaluz Javier Arenas, una pérdida de influencia exterior, debida al Gobierno socialista. El gibraltareño Caruana asegura que los actos del tercer centenario de la conquista del Peñón se habían organizado antes de las elecciones españolas del pasado 14 de marzo, es decir, durante el Gobierno del PP, por lo que puede hablarse de un desaire al Ejecutivo de Zapatero. Pero esto debería explicárselo Caruana a Javier Arenas, quien parece sostener que la breve estancia del «Tireless» hace unos en Gibraltar no estaba programada con la debida antelación o que ese submarino no había permanecido un año en un muelle gibraltareño reparando uno de sus reactores nucleares, gravemente averiado, durante un Gobierno de José María Aznar. Estados Unidos, por su parte, no ha querido echar más leña a un fuego que no ha llegado a encenderse.

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