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CRÓNICAS BERCIANAS

Amiguiños, amiguiños, pero a vaquiña...

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León

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REGRESO de mis vacaciones en una Babel germanófila bajo soberanía española a tiro de piedra de África, esculpida por los ardientes eructos de trescientos o cuatrocientos volcanes. Por eso ojeo confuso, y más cansado que hace una mes, la hemeroteca de este periódico plagada de noticias, comentarios y las más variopintas interpretaciones políticas sobre el histórico Consejo de Ministros del Gobierno Zapatero. A grandes rasgos, un maná para León. Pero tal vez no para todo León en la misma medida. Honestos socialistas se me confiesan estos días un tanto decepcionados con el flojo alumbramiento de la Ciudad de la Energía prometida para Ponferrada, y cuyo embrión, por ahora, no pasa de ser un laboratorio experimental relacionado con el futurístico uso del carbón limpio, que dependerá directamente del Ciemat, una institución con muchos años de historia y en la que muchos ya ven un clon real de nuestra onírica ciudad de la energía. Los seis millones de euros comprometidos para el citado laboratorio están muy por debajo de la inversión anunciada para el parador de Villablino, y casi al mismo nivel del anhelado auditorio y centro de exposiciones Lyda para Astorga. Por eso a la diputada Velasco, que cuando concurrió por última vez a las elecciones locales vendió un proyecto de Ciudad de la Energía presupuestado en más de 300 millones de euros, no le ha cabido más que pretextar que el 2% de esa inversión sólo es la «primera piedra» del proyecto -un simple guijarro más bien-. Y ojalá tenga razón, porque tiempo hay por delante para encauzar y llenar de contenido un plan que se ha contemplado no sólo desde el ámbito político, sino desde todos los ángulos sociales, como crucial para fraguar el desarrollo del Bierzo durante el siglo XXI. Nada que ver con las bagatelas y los fatuos fuegos de artificio con los que constato que en las jornadas posteriores al desembarco del Ejecutivo de ZP se han enredado los políticos comarcanos y muy en particular los ponferradinos. El regidor de la capital berciana parece megalómanamente empecinado en que nos planten un palacio de congresos, que yo me sigo interrogando qué utilidad tendrá salvó para acoger el precioso sarao de los Micrófonos de Oro. E incluso, acaso todavía embriagado por las intervenciones más absurdas de la gala de este año, aún he visto a Riesco implicado en la tarea de levantar un c oso taurino, lo que en una ciudad con tamaña afición a la Fiesta como Ponferrada se convertiría, eso sí, en el mayor monumento nacional a la estulticia de los gobernantes. Confío en que el palacio de congresos y la plaza sólo hayan sido estivales maniobras de despiste para no poner demasiado el acento en la falta de vigor con la que arranca la Ciudad de la Energía. Y también en que destacados socialistas bercianos como Antonio Canedo o Miguel Martínez, conocedores de cómo el PSOE ha triunfado electoralmente en León gracias al forraje de votos del Bierzo, hagan saber a Zapatero que aquí, en la frontera galaica... «amiguiños, amiguiños, pero a vaquiña polo que vale».