Diario de León

TRIBUNA

El saber de los que no saben

Publicado por
B. CABEZAS GONZÁLEZ-HALLER SOCIÓLOGO
León

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EL SABER acerca de lo que hay que hacer en la sociedades, así como la metodología analítica, siempre ha estado controlado por las minorías organizadas que conducen a las mayorías y las enfrentan a las minorías que ven un poco más allá del cajón de las migajas. Durante siglos, los que mandaban han tenido la exclusiva del pensamiento, del conocimiento y de los bienes; y si alguien pensaba algo distinto lo encarcelaban o lo mataban. Filósofos que no filosofaban a favor o poetas que no hacían poesía a favor de la clase dominante, de entrada, se consideraban locos peligrosos. Dos ejemplos: Sócrates y Galileo. Cuando yo era niño, allá por el primer tramo de la dictadura, circulaba por toda la sociedad rural la consigna: «Siquiera que aprenda las cuatro reglas para que se pueda defender en la vida.» No hace tantos años, en este país el 70% de la población tenía dificultades para escribir una carta. Afortunadamente, esta situación está superada, pero el conocimiento que adquiere la mayoría de la gente aún es insuficiente para comprender el entramado construido por los poderes fácticos apoyados y defendidos por la clase política. Por ejemplo, no estamos preparados para decir no a las políticas que reproducen las diferencias de clases sociales, a favor del egoísmo ciego de los que tiene el poder del dinero, que se oponen al proceso del estado de bienestar social construido por la socialdemocracia en la vieja Europa. Una sociedad civil en la que no se puede tener nada sin dinero y el dinero de que dispone la mayoría, es insuficiente, es una sociedad que genera problemas. Sólo hay que ver los telediarios para darnos cuenta de que no vamos por buen camino. Pero en esta sociedad tan difícil para la mayoría hay otra vida muy fácil: estos días vemos al Rey, con toda su familia y sus invitados, en el palacio de verano disfrutando, nunca mejor dicho, a cuerpo de rey, de todos los lujos, con nuestro dinero (alimentos de primera calidad, personal especializado en todo -cocineros, masajistas, asistencia médica, preparador físico-, barco a la puerta, avión disponible. Los Aznar, con Agag incluido, navegan en el yate de su amigo Matutes. El nuevo presidente, también se apuntó a pasar las vacaciones en Menorca. Según nos ha dicho es una petición de Sonsoles, y no podía -dice- «disputárselo ni discutírselo». Pero llegó en un avión de la fuerza aérea española. Bono, también anda por ahí acariciando delfines. Es un ministro con amor a la patria. Según percibo yo, se pasa de patriótico. Freud descubrió que el inconsciente juega malas pasadas. Zapatero nos dijo que el poder no lo iba a cambiar, pero no ha resistido la prueba. Para demostrar que el poder no le ha cambiado, tenía que haber viajado en un vuelo regular, como lo hacía antes, veranear en una habitación de una casa rural o de un hotel abierto a la gente, como lo hacía antes, y menos ir con Maragall a capturar a los atunes que están en su hábitat. Pescar o cazar equivale a matar animales indefensos. Considerar eso un placer me parece poco apropiado para un presidente socialista (no es que busque analogías, pero a Franco también le gustaba pescar, y a Cascos). Ya veremos lo que cuestan las vacaciones a Zapatero. Parece que va a tener la decencia de decírnoslo, porque nunca hemos sabido lo que les ha costado a los anteriores presidentes, ni las del Rey. Para comparar con lo poco que podemos hacer los ciudadanitos, la semana pasada fui a Zamora, y dos noches en un hotel de cuatro estrellas, tres comidas del menú y el aparcamiento del coche me costaron 298 euros. La fotografía de los componentes del Gobierno muestra que están excesivamente contentos. No se preocupan de la tristeza de los amigos del Partido Popular -porque en privado son amigos y se hacen favores- por perder el poder, ni de la tristeza de los que no tienen trabajo ni de los diecisiete millones que no llegan a fin de mes. Nuestra cultura nos ha domesticado de tal manera que se considera normal que unos tengan vacaciones de lujo, que el 60% no hayan ido nunca y que la mayoría de los que viven en ciudades regresen al pueblo para gastar poco y volver a la ciudad con el maletero lleno. El día que llegó Zapatero a Menorca, concretamente el 4 de agosto, nos dijo que «un presidente del Gobierno no tiene derecho a estar enfadado». Faltaría más. Pero los ciudadanos que, o duermen en la calle o no le deja dormir el vecino, porque el pisisto está mal construido, y es un mal educado, sí tienen derecho a enfadarse. Y a mucho más. Y hablando de la gente que tiene derecho a estar enfadada, hay que incluir a los familiares de los inmigrantes que pierden la vida por buscar otra. Sabemos que el problema viene de atrás, pero este Gobierno anda coqueteando con Marruecos y esa monarquía hace muchos años que está chuleándonos, una veces por la pesca, otras porque Francia juega sucio, ahora porque EE. UU. lo encuentra lo suficientemente corrupto para utilizarla y venderle armas. Y ni España, ni la Comunidad Europea plantean con seriedad el problema a los países que generan, por corruptos, la pobreza que produce los flujos migratorios. Con Barroso -mentalidad portuguesa- de presidente y con Solana, hombre comodín que triunfa a base de decir sí a todos, ambos amigos de los magnates, Europa se hunde. Sí Alemania está con el agua al cuello, el resto de los europeos, si no cambian urgentemente la política económica, nos ahogaremos pronto. Aún no tenemos bagaje teórico suficiente para construir la doctrina del zapaterismo. De momento, sólo podemos trabajar con el concepto del nuevo talante. Hasta ahora el Gobierno -bienvenido sea, porque la prepotencia absurda del anterior, ya no se podía tolerar- ha hecho gestos que merecen valoraciones positivas, pero hay sombras: late el miedo a hacer las reformas estructurales necesarias para conservar el estado de bienestar, única alternativa inteligente para crear riqueza y paz social. Gobernar a favor de los beneficios del de las multinacionales y de los bancos, como estamos constatando, nos conduce al desastre. Hasta el presente, el Gobierno ha planeado sobre los problemas que hemos heredado, es necesario que aterrice sin temer a los poderes fácticos. Un ejemplo: cómo se puede decir desde el Gobierno que no es necesario que Aznar comparezca en la comisión que investiga lo que paso el 11-M, y los días siguientes y que lo importante es hacer un pacto antiterrorista para que esto no vuelva a ocurrir. Esa delicadeza con José María Aznar no la comprenderemos nunca, y menos tratándose de un hecho tan sensible y del desprecio que nos hizo con la guerra. Hay cosas que tiene que quedar escritas para la historia, porque claras ya estaban, no hacía falta la comisión. Las entrevistas sirven para varias cosas, por ejemplo para conocer al entrevistador a través de las preguntas que hace y para conocer al entrevistado a través de las respuestas que da. Chamorro, alcalde en funciones, responde: «Hay que aprovechar que Zapatero es de León, aunque sea un desgaste para el UPL» ¿No será al contrario? El desgaste será para el PSOE, ellos se están beneficiando. Es preocupante que piense así. El presidente, sea de donde sea, tiene que gobernar con objetividad. A otra, responde: «El sueño a firmar, traer la gran empresa a León que creara miles de empleos y generara tejido industrial». No existen esas empresas, ya es hora de abandonar la vieja cantinela de siempre: que vengan empresas. Esa es una política torpe: Si vienen empresas es para ocupar espacios que tienen las que hay. Habrá que hacer lo contrario, facilitar el desarrollo estructural de la provincia para que las empresas instaladas crezcan y salgan a conquistar mercado, y facilitar la creación de otras para ocupar todos los espacios productivos o de consumo.

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