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TRIBUNA

A otro perro con ese hueso turístico

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JESÚS MARÍA CANTALAPIEDRA CONCEJAL DEL GRUPO POPULAR EN EL AYUNTAMIENTO DE LEÓN
León

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COMO TODO hijo de vecino sabe, los números son manipulables y de hecho manipulados desde que el mundo es mundo. Ahí está la historia para dar fe. Y si aquellos están referidos al turismo, el manoseo puede llegar a cotas de desfachatez. Depende de las fuentes, los guarismos cambian, se contradicen o, al menos, son presentados de forma que nadie se entere de nada pero, siempre arrimando el ascua a la sardina del manantial. Dios nos libre de las estadísticas turísticas, vengan de donde vengan. Los únicos que saben la verdad cruda, dura o blanda, son los propios hoteleros. En este año de desgracias 2004, sin embargo, todos, digo todos los analistas turísticos y económicos, a la vista de estadísticas o sin ellas, disparan en la misma dirección: el turismo español e internacional está en declive. Consuelo Sánchez Vicente, Antonio Papell, Carmen Tomás y decenas de prestigiosos columnistas de periódicos nacionales, así como sus correspondientes editoriales, afirman que la gallina de los huevos de oro ya no está clueca. Unos achacan la falta de empollación a la crisis económica internacional, otros al abuso de ciertos profesionales y consiguiente deterioro del sector (al turista le gusta más la liebre que el gato) y, los más, a un cambio de costumbres de la sociedad y a la aparición de países que anteriormente pocos tenían en cuenta a la hora vacacional, donde, para más inri , ofrecen calidad y precio en muy aceptable ensamblaje. Me refiero, por ejemplo, a Turquía, Bulgaria, Croacia, Marruecos, Chipre, etcétera, etcétera, quienes incrementan su negocio entre el 20 y el 53 % anual. Para mayor abundamiento, según palabras de Sánchez Vicente, «en todo el mundo hay menos dinero para lujos y, el que hay, tiene miedo». Y que nadie se olvide de la conocida frase: «Ya saben que toda situación desesperada es susceptible de empeorar¿». La espectacular subida de los precios del petróleo está ahí amenazante. De todo ello se colige que el turismo español pasará, está pasando, por momentos nada optimistas. Los datos son claros. Últimamente, el grado de ocupación de los hoteles españoles ha bajado del 64,5 % al 54,5 %. Diez puntos. Por otra parte, según el INE, a nivel nacional, mientras que las plazas hoteleras han aumentado un 4,6%, las pernoctaciones han crecido solamente un 2,1%. Los datos están referidos a los cinco primeros meses del año. Pero no hay que preocuparse. Al menos en León. Leon is different. O dicho de otra forma, ¡Esto es Jauja! Los agoreros se equivocan. La evidencia y los indicadores que aseguran crisis en el sector turístico español, nada tienen que ver con esta hermosa ciudad. Así parece desprenderse de las repetidas manifestaciones y éxitos sin par de la capitalina concejalía de Turismo. Allá donde va triunfa, y las peticiones de plazas hoteleras se multiplican. Así ocurrió en Oporto. No vamos a saber qué hacer con tanto portugués. Así ocurrió en Bilbao. No hago más que ver señores con txapela por la calle Ancha. Una pena que la oposición no pudiera estar en las dos poblaciones para, atenta, ver cómo se hacen bien las cosas. Sin embargo, hay que ponerle un pero a la señora concejala. Consiente y asiente las intervenciones de un señor muy enterado, al que gusta mucho salir en la foto, en las que afirmaba que León está a la cabeza de la comunidad en materia turística, delante de Salamanca y Burgos. Falso. En presencia de la concejala se atrevió a decir, asimismo, que la actual media de ocupación se sitúa en el 1,89 %. Falso. No sacaron a colación, sin embargo, que el índice de pernoctación en el mes de junio fue de 1,5 noches-turista. Y estábamos en fiestas. El mismo día, la concejala, pasando por alto los datos oficiales, dio su opinión personal: «La primera impresión que se ve en la calle es buena». Eso se llama subjetividad. En otro orden de desorden, la edil de Turismo no tiene prevista la promoción de León en Madrid -o no se nos ha informado- principal foco de inyección turística hacia Castilla y León, según periodistas especializados del sector. ¡Viva Oporto! En cualquier caso, hay que ser optimistas. Nos salvarán los japoneses, después de las importantes reuniones que la señora concejala ha mantenido con responsables del negocio turístico nipón (los japoneses ya habían aterrizado en León durante el anterior mandato municipal). ¡Ah!, y el aireado Plan de Excelencia Turística que, por un módico precio de 800 millones de las antiguas pesetas, convertirán a León en la envidia de la comunidad, de España y de Europa. Otro tema es quién se los va a facilitar. Pero, ¡ánimo! Los analistas turísticos y económicos están equivocados con esta tierra. La torre de Pisa no está inclinada. Son ellos los que andan torcidos.

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