Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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HÁBILMENTE interrogado por un periodista, Antonio Camacho, secretario de Estado de Seguridad, confiesa que probablemente nunca llegaremos a saber quién organizó la matanza del 11-M. Como el clásico griego, sólo sabe que no sabe nada, pero Sócrates no desempeñó un cargo como el suyo: se dedicó en exclusiva a husmear en su interior y revelarnos cosas sobre la naturaleza humana. Lo que sí sabe este buen señor, de cuyo deseable acierto dependemos todos, es que sus colegas de otros países «están impresionados por cómo avanzó la investigación». Si se hubiese llegado a descubrir quién o quiénes fueron sus artífices de la masacre, a sus colegas les da un pasmo. En su opinión, el anterior Ejecutivo no tomó las previsiones que realmente eran necesarias. Se conoce que esperaba todo, menos lo sorprendente. La verdad es que había y sigue habiendo mucha descoordinación entre los Cuerpos de Seguridad, en duro contraste con los terroristas asesinos, que están perfectamente coordinados. ¿Cómo es posible a estas alturas que las bases de datos no se compartan? Cada institución cree que los indicios son para quien los trabaja. Hablando de trabajo, los detectives están de vacaciones. Quizá piensen que los muertos han perdido toda curiosidad por saber el nombre del cerebro de la banda que organizó su viaje al otro mundo, con salida desde Atocha. Lleva razón el señor Camacho: como no hay pruebas, es más que probable que jamás lleguemos a saber nada. Los autores materiales de la mayor matanza de nuestra historia eran unos mandados y es cierto eso de que el terrorismo islamista cuenta con gente incrustada en la sociedad que, en un momento determinado se deslía el turbante y se lía la manta a la cabeza. ¿Quién determinó ese momento?. La historia está llena de enigmas, hasta el punto que llamamos así a una pequeña parte de lo que acaeció. Nunca sabremos quién ordenó matar a Kennedy. Sólo sabemos dónde. Como en el caso del general Prim. Algo es algo.

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