Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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SI VENEZUELA no fuese el quinto exportador mundial de petróleo, sólo los más cultos sabrían quién es Hugo Chávez, ese populista contento, con aire de campeón caribeño de los pesos medios. Su triunfo electoral no está siendo aceptado por sus rivales. El bueno de Jimmy Carter y la Organización de los Estados Americanos avalan su legitimidad, pero eso no les parece suficiente a los vencidos. El caso es que el desorbitado presidente, si no se producen nuevas convulsiones, tiene un par de años de gobierno por delante y va a necesitar otro par para afrontar lo que se le viene encima. Como yo soy de todos los sitios donde he estado, me afectan en gran medida los inexplicables desarreglos venezolanos. ¿Cómo en un país tan rico puede haber tantos pobres? Quizá la respuesta no sea difícil: porque los ricos no sólo lo son en una medida desproporcionada, sino porque quieren serlo todavía más. Recorriendo la comarca del Táchira, advertí que hablaban con orgullo de que era cuna de dictadores. Presumían de que allí nació el legendario Vicente Gómez, del que se cuenta eso de que al preguntarle el sacerdote que le estaba dando la extremaunción si perdonaba a sus enemigos, dijo: «No los tengo, los he fusilado a todos». También pude darme cuenta de que el pueblo, eso que llamamos pueblo, aspiraba a ser mandado por alguien omnímadamente autoritario. Han pasado muchos años desde entonces, pero más años han pasado desde que Simón Bolívar dijo eso otro de que «moral y luces son nuestros problema» y sigue vigente. Hay que tener mucho cuidado con el uso del vocablo demagogia. El diccionario lo define como dominación tiránica de la plebe con la aquiescencia de ésta. Se trata de halagarla para hacerla instrumento de la ambición del político de turno. En ese sentido hay que reconocer que abundan los demagogos no sólo en los países faltos de un hervor histórico. La opinión pública tiene tanta importancia en las democracias que hay que engañar al público con promesas y más promesas prometiéndole el cielo. Y más si en el subsuelo hay petróleo.

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