Diario de León
Publicado por
RAFAEL TORRES
León

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QUIENES desean o necesitan dejar de fumar son la presa fácil del novedoso y pingüe negocio montado alrededor del abandono del tabaco, pues el Estado, que debería reparar el daño que hace fomentando su uso, carece, por seguir fomentándolo precisamente, de crédito y autoridad moral para desterrar el hábito dañino en el menor plazo de tiempo posible. Los decididos más o menos vagamente a dejar por motivos de salud lo que por otros motivos les fascina. ¿cómo van a confiar su cura al principal cómplice, beneficiario y cooperador imprescindible de aquello que les está matando? ¿Cómo confiar en las medidas sanitarias, en las campañas y en la palabrería del Estado para que dejemos de fumar, si para lograrlo bastaría prohibir su venta al público, bien que al precio de renunciar al lucro gigantesco que a sus arca le proporciona ese veneno de alquitrán y humo? ¿O no lo prohibe por respeto a la libertad de consumo? En ese caso, permita la venta libre de armas de fuego, de estricnina o de uranio enriquecido. Quienes desean o necesitan abandonar el malsano aunque delicioso hábito de fumar, lo llevan crudo: charlas intimidatorias, vídeos espeluznantes, chicles nauseabundos, parches ominosos, libros horrendos, brebajes, agujas... Mucha imaginación hay que echarle para suponer que por esos caminos tremebundos se va a conquistar una realidad personal más grata que la que con el abandono traumático del cigarrillo se abandona. El más o menos resuelto a dejar de fumar necesita saber que hay vida, y mejor, más allá del telón de ahumo, y necesita saberlo, además,gratis, pues ya enriqueció bastante al Estado con el vicio que tanto contribuyó a inculcarle. Y que sigue contribuyendo a inculcar, pese a sus hipócritas campañas antitabaco, en los jóvenes, que cada vez fuman antes y más.

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