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León

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MURIÓ Elmer Bernstein, el genial compositor de bandas sonoras. Todos hemos tarareado la marcha militar de La gran evasión , que impregna la historia hasta convertirse en una protagonista más. Gracias al deuvedé puedo disfrutarla cada año. Su fuerza, estética y ética, permanece intacta. Bernstein supo comprender la aventura colectiva dirigida por John Sturges, henchida de amor por la libertad y de caballerosidad heroica (ese maravilloso usted que emplean los mandos entre sí, quizá como forma de aferrarse a un orden, más que a las órdenes). Rebosa alegría de vivir, pese al horror de la guerra. Todos actuaron en estado de gracia: Attenborough, MacQueen, Bronson, Gadner, Corburn... Y Bernstein. Uno de esos recuerdos del siglo XX que mi generación llevará siempre consigo. Cómo olvidar esa secuencia final. Tras ser detenido, Barlett se lamenta ante un compañero de no haber podido hacer más, y añade: "pese a todo, he sido muy feliz", y en ese momento caen ametralleados, imagen que vemos desde lejos. Otros evadidos sobreviven, y sabemos que su lucha continúa, simbolizada en la pelota de biesboll lanzada -de nuevo- por McQueen contra el muro de su celda de castigo. Y la contagiosa música de Bernstein convierte el fracaso en epopeya. Los siete magníficos fue otra de sus grandes composiciones, perjudicada en su misterio por su utilización publicitaria. El año pasado invite a mis hijos a ver La gran evasión , para ellos una película antigua (1963). Fue una pequeña victoria de padre carroza. Una victoria sin vencidos, pues sólo así se podemos transmitir aquello que amamos. Son ahora admiradores de esta maravilla fílmica. El corazón también tiene su filmoteca. Del cine actual de aventuras sólo El señor de los anillos alcanza, me parece a mí, esa condición de milagro total. Películas que no terminan con la palabra fin, y que te inculcan ganas de cambiar el mundo. Corran a comprarla en dvd. Por Bernstein. Y por ustedes mismos.

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