EL RINCÓN
Nuevos negreros
EL HOLLGAN STAR fue apresado en el puerto de Freetown, capital de Sierra Leona, cuando iba a emprender rumbo a Canarias, con 500 inmigrantes subsaharianos hacinados en su bodega, como en los mejores tiempos de la esclavitud. La diferencia es que ahora Kunta Kinte paga pasaje. De 1.500 a 2.000 euros les cuesta el billete a los que vienen a ver si encuentran aquí alguna probabilidad de comer habitualmente. La inmigración va a alterar nuestra demografía. Se calcula que en el año 2025 habrá en España, o como se llame por esas fechas, 50 millones de habitantes. Curiosamente, ellos evitarán que este viejo país esté habitado sólo por viejos. Los nativos vivimos mucho, aunque quizá sea más exacto decir que duramos. Como en casa de uno en ninguna parte. Nadie tiene prisa por subir al cielo. Lo que llaman esperanza de vida, o de duración, pasará pronto de los 76 años actuales para los varones, a los 80. Cada vez habrá menos hombres que puedan pasear del brazo con su viuda, ya que ellas también prolongarán su residencia en la tierra. Unas con otras, a pesar de la violencia de género, vivirán de 83 a 87 años. Desde hace tiempo se veía venir que será mejor negocio edificar asilos que montar guarderías. Se venderán muchos más bastones con contera de goma que sonajeros. Esa cursilería de la Tercera Edad va a estirarse considerablemente y como decía el gran Vázquez Montalbán, habrá que guardar algún dinero para que nos limpien el culo con una sonrisa, pero ¿quién cuidará a los ancianos si todos lo son? La llegada de inmigrantes en los nuevos barcos negreros puede paliar, al menos en cierta medida, el envejecimiento de la población española. ¿Quién nos iba a decir que vendría por el mar el remedio a la desgana nacional de engendrar hijos?. Los trámites para traer gente que pase aquí una pequeña temporada continúan siendo agradables, pero entre la píldora y la vitoreada homosexualidad se está perdiendo la afición. Quizá algún día los que se dedican al abyecto negocio del transporte de inmigrantes sean considerados como benefactores.