Diario de León

CON VIENTO FRESCO

A vueltas con los muertos

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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EN LOS AÑOS ochenta del pasado siglo, los socialistas de Cacabelos polemizaron agriamente a favor de retirar de la fachada de la iglesia parroquial la lápida con los muertos de la guerra civil. Entonces los comunistas, que gobernaban el ayuntamiento, no quisieron entrar al trapo de aquella estéril y demagógica polémica. Pasados unos años, la restauración de la iglesia sirvió de motivo, sin estridencias ni enfrentamientos civiles, para retirar la lápida, hoy un recuerdo ya de la historia, suponiendo que sepan los que la quitaron en dónde la han guardado. Así se dio fin a un problema que a algunos les afectaba personalmente. Estaban en su derecho, y tal vez por ello la retirada silenciosa de las lápidas de las iglesias se hizo también en otras muchas localidades. Los muertos que aparecían en la lápida de Cacabelos eran los del bando nacional; pero muchos de los que aparecían en ella no eran, o no habían sido durante la República, gente de derechas, sino de izquierdas, socialistas especialmente, que se vieron obligados, por razones diversas, a luchar en el bando que antes habían combatido. No fue éste un caso excepcional en ninguna de las dos Españas. En el bando nacional mucha gente se alistó voluntaria en el ejército o se afilió a Falange para salvar el pellejo, como hicieron muchos en la zona roja, afiliándose a la CNT o al partido comunista. En Valencia, cabeza durante años del poder republicano, se cantaban unos versos que llegaron a ser incluso muy populares: ¡Ay Franco del alma mía!/ cuatro meses te esperé,/ pero como no venías/ me hice de la CNT./ ¡Ay Franco del alma mía! Ya ves si yo te querré,/ que te espero todavía/. Estos cambios, que políticamente son criticables, fueron normales desde el punto de vista humano, en el contexto de una guerra civil tan sangrienta como fue la del 36 al 39. Por desgracia, muchas de las barbaridades en los dos bandos fueron cometidas por estos conversos de conveniencia. Después de tres mandatos socialistas, con José Antonio Morete al frente, y uno del PP con José Luis Prada, sin polémicas por este motivo, el nuevo gobierno de coalición de socialistas y comunistas ha propiciado, probablemente de forma involuntaria, una disputa entre vecinos. A propuesta de algunas personas, y algún grupo político, desde el ayuntamiento se ha promovido la construcción de un monolito en Quilós, pedanía de Cacabelos, en recuerdo de los represaliados por el franquismo en el municipio. La disputa ha surgido cuando algunos promotores del monolito han intentado poner una placa con los nombres de dichos represaliados, pues la medida no ha gustado ni al ayuntamiento ni a otra gente, incluso a familiares de los que pretendían poner. El senador socialista, José Jiménez, que tiene casa en ese pueblo, probablemente por las quejas de algunos de esos vecinos, se ha opuesto, creo que con buen criterio, a que se coloque dicha placa con los nombres, pues a más de sesenta años de distancia, puede ser un motivo más de enfrentamiento que de reconciliación y de superación de aquel trauma. Algún partido, que no tiene más política que remover el pasado después de 25 años de transición, busca con estos actos, extendidos por otros muchos lugares, un protagonismo que no le dan las urnas. ¿Quieren un monolito? Que lo hagan pero con todos. En algún pueblo leonés, he leido recientemente, que el ayuntamiento ha propuesto colocar una lápida con los nombres de todos los muertos, de uno y otro bando, ocurridos durante la contienda civil. Es una medida justa, aunque no sé si prudente. No deberían politizarse estas cosas, que crean resquemores entre familias y entre vecinos. Que se sepa la verdad, toda la verdad de lo ocurrido, pero que sean los historiadores, no los políticos, los que escriban sobre el pasado, con objetividad y sin rencor. Y si se quiere recordar a los muertos, que sea a todos los muertos, con los que debemos sentirnos solidarios todos nosotros.

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