Diario de León

CRÓNICAS BERCIANAS

Sube hasta la pocha

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León

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QUIÉN NOS IBA a decir a nosotros que tendríamos tanto éxito cuando preparamos aquel golpe de mano en un bareto del barrio de La Estación de Ponferrada para derrocar la dictadura de la subasta y nos conjuramos para poner de moda la pocha. Ahora escucho a las élites hablar entusiasmadas de este juego de naipes un tanto barriobajero. A los adinerados galácticos, como entrenamiento entre jet lag y jet lag; o a la Bomba Navarro, jactándose de su sagacidad con la baraja casi con más énfasis que de sus entradas a canasta vestido de relámpago. Y no descarto que pronto la pocha sea estrella del Casino de Montecarlo y que Ernesto de Hannover se emborrache también de ansiedad pidiendo más bazas de la cuenta. La pocha es un juego simplón, en el que se mide la ponderación, la estrategia en el engaño, y en el priman buenas dosis de suerte. Cada jugador se fija como meta las bazas que puede hacer con las cartas que le ha repartido el azar, y ha de cubrirla con exactitud para sumar puntos -tantos como bazas-. Gana el que más tantos acumula, y recibe tanta pasta por la diferencia con el resto de contrincantes de mesa. ¿Y que por qué les cuento todo ésto? Pues bien podría ser porque he perdido la cabeza. Pero también porque esta semana he descubierto que la pocha de mi barrio, amén de haber ingresado en la alta sociedad, acaba de subir disparatadamente de precio por punto. Lo cual me inspira sociológicamente que puede tratarse de indicio del «empobrecimiento inexorable» que nos aventura Diego López Garrido. Y que el juego, según los espías lelos del CNI, debe estar ya en conexión con los insondables mecanismos del mercado del petróleo, porque sino de qué tanta sintonía en la escalada del brent y del punto pochero. La última ascensión del tanto de la pocha coincidió con la jubilación de la peseta. Y ya entonces las trifulcas tabernarias por un arrastre mal dado comenzaron a flirtear con la agresión. Ahora hay en la mesa quienes, al precio que se ha puesto el fallo en la profetización de las bazas, preludian que pronto empezarán a aparecer cadáveres inidentificables en el callejón. Y es que las cosas andan regular. El otro día, en un aparente café del centro ponferradino escuché poco educadamente como un tipo explicaba casi orgulloso a un amigo que con la multa de tráfico que le acababan de clavar, la hipoteca y la sangría de las vacaciones, regresaba del banco con un crédito de seis mil euros bajo el brazo. ¡Como quien vuelve con una barra de la panadería de la esquina!. Una conversación que me reafirma aún más en la teoría de la conspiración global de la pocha. Un juego nada gregario, donde sólo vence uno. Como en los tiempos que corren. La banca acaba de anunciar un beneficio en el primer semestre de 4.000 millones de euros, un 24% más que el año pasado. Los demás, todos jodidos. Sube la pocha, y hasta cambian los hábitos sexuales de los españoles. Dicen que ahora se lleva la felación y la masturbación. De libro. No vean lo que se puede ahorrar uno en condones.

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