Fraga, ese chico

EL PRESIDENTE de la Xunta de Galicia, señor Fraga, ha anunciado, a los 81 años de edad, que piensa volver a presentarse como candidato en las próximas elecciones para presidir el gobierno autonómica alegando, como principal argumento, que se «siente jóven». A continuación ha salido en todos los editoriales de los periódicos, donde unos (los suyos) repiten hasta la saciedad que nunca se le vio tanta apostura de estadista y los otros, o sea la izquierda, que se conserva efectivamente muy bien, pero como la cecina. Al final se ha montado una encarnizada polémica sobre si los partidos deben despilfarrar o no la experiencia de los líderes, la renovación generacional y la edad más conveniente para darles la boleta, antes de que se amojamen del todo, modernizar así el parque móvil de diputados, presidentes y políticos en general, etcétera. Se podría escribir una sesuda enciclopedia, incluso en fascículos, apoyando cualquier teoría sobre el venerable patriarca gallego sin que la ciencia de la cosa pública se pusiera de acuerdo. Así que uno prefiere no interferir y mantenerse a la espera de que aparezca en la prensa deportiva algún artículo de fondo con sentido común. Por ejemplo, en la revista Motor 16 : «¿Cuánto hace que no pasa don Manuel la ITV?». O en el Marca : «Fraga ya no está para que lo fiche el Real Madrid». Todo lo demás son pamplinas. En honor de Fraga hay que decir, no obstante, que sus teorías pueden tobrevivir aún a la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, empeñada en las energías alternativas de sol, molinillo y mareas frente a las centrales nucleares, ahora que sube el petróleo, lo mismo que sus predecesores en Industria acabaron con el carbón cuando Felipe González . Ya quisiera para sí la Narbona llegar a la edad de don Manoliño después de bañarse en las contaminadas aguas de Palomares cuando cayeron las famosas dos bombas atómicas del B-52. Y, sin embargo, ahí sigue. El país, de momento, también.