Diario de León

TRIBUNA

Hacia un pacto legítimo, democrático y natural

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MARIO AMILIVIA GONZÁLEZ SENADOR Y CONCEJAL DEL PP EN EL AYUNTAMIENTO DE LE
León

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LEYENDO la Tribuna del señor alcalde titulada «La oportunidad de León» me asalta la duda sobre lo que quiere decir en su último párrafo, donde parece que hace depender el futuro de León del mantenimiento del gobierno municipal socialista: ¿Será obligatorio, en un futuro inmediato, ser socialista para todos los leoneses? o ¿es que sólo se apostará por León desde el Gobierno de España si él y su partido se mantienen en el poder en la ciudad de León, condicionando de esta manera los compromisos electorales con la provincia a que la capital siga en manos socialistas? Mientras la Junta de Castilla y León trabaja por el futuro de nuestra tierra -tiene la obligación legal, competencial y política de hacerlo-, parece que los gobiernos socialistas sólo lo harán, según Francisco Fernández, en la medida en que nos gobiernen. Menos mal que el futuro parque tecnológico, los grandes polígonos industriales, la central del transporte, el Musac, la escuela de idiomas, el centro del fuego, la reforma del hospital, los centros para mayores, las titulaciones universitarias y la educación, entre otras cosas, sin olvidar las importantes aportaciones económicas al soterramiento del ferrocarril y otros proyectos e infraestructuras, dependen de la administración regional, cuyo presidente nunca perjudicaría a León, independientemente de quien gobierne su capital. Otro argumento que se viene utilizando por el PSOE leonés es que ahora los proyectos «toman vida» y que antes sólo había «lamentos». Cita en este sentido el actual alcalde una serie de proyectos de la administración central como el soteramiento del ferrocarril y la llegada del tren de alta velocidad, la autovía de León a Valladolid y el Museo de Pallarés, futuro Museo Arqueológico Provincial (antes cibercafé de haberse seguido las preferencias del alcalde). Sería oportuno preguntarse en qué consiste ese nuevo impulso, es más, preguntarse si existe, porque estamos hablando de proyectos de los gobiernos populares, alguno de los cugles tuvo el voto en contra de quien hoy se lo quiere apropiar. Además, no hay un sólo trámite administrativo que se deba al nuevo Gobierno o que haya sido declarado urgente por el mismo. Luego, todo es propaganda o, mejor dicho, manipulación, pues ahora se reconoce como propio y como nuevo lo que antes con cinismo se negaba. Por ejemplo, cuando nosotros conseguimos la salida de la Vuelta Ciclista a España era un despilfarro¿ Hoy, sin embargo, se dice que León está de moda¿ Finalmente, a los no socialistas se nos llama antidemócratas porque no aceptamos resignadamente estar en la oposición. Se dice que todos los pactos en democracia son legales -legítimos es otra cosa- pero para algunos sólo lo son si benefician a su fuerza política. Es decir, si el pacto es contra el PP, aunque éste haya ganado las elecciones municipales, el pacto es legítimo, democrático y natural; pero en caso contrario es una demostración más de que la derecha aspira permanentemente a detentar el poder, según ha manifestado el alcalde. En conclusión, para estos señores, en estos tiempos, quien no sea socialista es, como poco, un mal leonés. Sólo está justificado invertir y trabajar por León si gobiernan los socialistas, en caso contrario todo se va a frustrar. Sólo se puede y se debe pactar con ellos y contra el PP, aunque hayan perdido las elecciones; pactar con el PP, aunque haya ganado las elecciones, lo consideran ilegítimo, antidemocrático y, además, imperdonable. Pues no nos vamos a cansar de intentarlo, de intentar que triunfe la normalidad. Por ello, el Partido Popular se plantea recuperar la alcaldía de León con un pacto que en su caso sí sería legítimo, además de natural, y sobre todo más democrático. León no debe temer nada, en su momento habría un mejor gobierno municipal, más reivindicativo, que trabajaría para que cada Administración cumpliera sus compromisos con León, con las leonesas y leoneses a los que nadie debe manipular ni tratar de engañar convirtiendo en ofrecimientos generosos aquello que estrictamente nos merecemos.

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